“¡La Estación Espacial Internacional (International Space Station, por sus siglas en inglés) es una estructura enorme!”. Así se describe a esta estructura habitable en el espacio exterior en un folleto de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio, también conocida como NASA (National Aeronautics and Space Administration, por sus siglas en inglés).

Esa estación fue el destino de la misión más reciente de la empresa SpaceX, que consistía en transportar astronautas desde Estados Unidos hasta la ISS, a 400 km de altura.

Según la información disponible en el portal de la NASA, la parte exterior de la estación equivale en tamaño a un campo de fútbol americano y por dentro hay suficiente espacio como para colocar una casa de 6 habitaciones.

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En noviembre próximo se cumplirán 22 años del despegue hacia el espacio del primer componente de la Estación Espacial Internacional, que fue construido en Rusia, el módulo Zarya (alba en ruso), reseña La Vanguardia. A partir de esa primera pieza se han ido ensamblando otras y está previsto la ampliación de otras secciones de la mayor obra de ingeniería del hombre en el espacio exterior, que nació como una iniciativa de Estados Unidos a la que se sumaron la comunidad europea, Canadá y Japón. Posteriormente se anexó a Rusia.

Desde el año 2000 hasta la fecha, esta estructura se convirtió en una estación espacial permanentemente habitable.

En un estudio realizado por Elena López Negro, de la Universidad Politécnica de Madrid, recoge varios testimonios de astronautas, como el del español Pedro Duque.

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"Se va a trabajar, a hacer la mayor cantidad de experimentos posibles en el tiempo de misión que se tiene. Todo está cronometrado y planificado, en mayor medida si la expedición es de corta duración. En las de larga duración tienen más facilidad para organizarse cada uno el tiempo con mayor facilidad, teniendo siempre programados los experimentos que requieren conexión desde las centrales en la tierra. La Misión Cervantes, con una duración de 10 días, tenía experimentos de biología, elementos médicos con ondas cerebrales, sistema cardiovascular, adaptación en el espacio...", cuenta el astronauta, según el estudio.

Duque relata, según el compilado de la Universidad Politécnica de Madrid, que en la estación espacial no hay duchas, por lo que se usan unas toallas para la higiene de sus habitantes.

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La estación espacial se alimenta de la energía que se recolecta en paneles solares.

Mientras que la basura y ropa sucia se desechan, cuentan otros astronautas: "La basura y la ropa sucia se mete en el Cygnus (nave espacial de suministros no tripulada), una vez vaciada se suelta y cuando entre en la atmósfera arderá".

La astronauta Sandra Magnus explica que "no hay un método para lavar la ropa, por lo que usamos hasta que están listas para tirarlas a la basura. No hay una manera de reciclar sólidos o basura en el Espacio La única solución equivalente sería lanzarlo fuera de la nave para que sea quemado al entrar en la atmósfera terrestre".

El diario EL PAÍS cuenta en una publicación que el baño de la Estación Espacial Internacional es un pequeño cuarto similar al de un avión, donde se puede apreciar una larga manguera y un contenedor metálico.

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"La manguera es utilizada por la tripulación para orinar ya que succiona el líquido. Para evacuar, los astronautas deben colocarse sobre el pequeño e incómodo contenedor que succiona sus desechos. La ventaja es que ellos en realidad no se sientan debido a la gravedad", se explica y se añade que "las heces son colocadas en pequeñas bolsas y la orina es trasladada a un sistema que la recicla y la convierte en agua potable".

Estas son algunas de las particularidades con las que conviven los astronautas y cosmonautas en la estación espacial. (I)