Fueron casi diez horas de una sesión telemática en la que los vocales del Consejo de Participación Ciudadana (CPCCS) se dedicaron a ofenderse.

Frases como “dejemos esas expresiones testiculares” decía la consejera Ibeth Estupiñán a los hombres del pleno cuando estos cuestionaron las mociones de sus compañeras.

En tanto que el presidente, Christian Cruz, no lograba controlar la discusión virtual.

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Con voces alteradas o risas irónicas las consejeras trataban de evitar que las interrumpieran. Cuando Cruz pidió a Rivadeneira que concretara una opinión, ella le gritó: “¡No es mi problema que no sepa conducir el pleno!”, y continuó.

La sesión se inició el 22 de abril a las 15:00 y terminó a las 00:35 del 23. Estaban conectados por Skype y se transmitió por YouTube.

En las primeras tres horas y media se discutieron nueve mociones. Las proponentes, Sofía Almeida, Rivadeneira y Estupiñán, hacían exhortos al presidente Lenín Moreno a tomar decisiones sobre la pandemia de la COVID-19; por ejemplo, que los estudiantes de Medicina no atiendan a pacientes contagiados, que a los médicos les hagan pruebas de coronavirus antes de ir a las zonas rurales, que el Ministerio de Educación firme un convenio para que los medios públicos transmitan programas para los estudiantes de la Costa...

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Almeida incluso exigió que se instara a Moreno a que pida explicaciones a la Organización Mundial de la Salud y a China por la pandemia.

A la sexta hora, Juan Dávalos les dijo que se hacen exhortos por cada tema “que se les viene a la cabeza”.

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Rivadeneira planteó que $10 000 que estaban destinados para mandarla a un viaje a Japón, que se suspendió por la pandemia, sean transferidos al Ministerio de Salud Pública.

Las mujeres la respaldaron por tener una ‘noble’ iniciativa, pero no se aprobó porque no hubo votos. Cruz aclaró que ese dinero era de un “viaje institucional y no de libre disposición de ningún consejero”.

Otro punto de discusión también lo planteó Rivadeneira, quien pedía que se habilitara una clave para que puedan acceder a información de las denuncias que llegan al órgano.

Rosero subrayó que eso era ‘ilegal’, pues el artículo 43 de la Ley del Consejo establece “guardar absoluta reserva sobre las investigaciones hasta que se emitan los informes”.

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Pero la vocal insistió en que la eligieron para dar trámite a las denuncias y que entendía que los otros vocales no conocieran la Constitución porque “no son abogados”, “...quizás (no entiende) porque él llegó al Consejo por la ventana”.

Él le respondió que tenía “la piel gruesa” para hacer frente a la ofensa de una “socialcristiana con sotana escondida”.

Y Cruz seguía sin poder controlar el debate.

Estupiñán dijo que esperaba que lo que pasaba en el pleno no sean “rasgos de machismo”.

Dávalos, indignado, se frotaba la cabeza, y en un momento les pidió que “dejen de jugar” de acusarlos de machistas. Estupiñán empezó a criticarlo y Cruz le pidió que concretara su votación.

Ella exclamó: “¡Realmente hoy las testosteronas están alteradas”.

Cruz terminó el pleno diciendo a las mujeres que las mociones que se aprobaban demostraban “que no hay ningún perjuicio de género, sino que hemos votado por razones, argumentos”. (I)