Los carros alegóricos y las comparsas llenaron ayer el Centro Histórico de Cuenca con el desfile A la voz del carnaval todo Cuenca se levanta. Y hubo de todo: baile, espuma, maicena y, sobre todo, alegría. Las danzas fueron lo que más llamó la atención de los miles de asistentes que se dieron cita a la ruta de la calle Simón Bolívar entre San Blas y San Sebastián.

Las alegorías eran una mezcla de lo típico y pagano. Además de bailes coloridos y bien coordinados al ritmo de batucada, estaban el Taita Carnaval, los danzantes, carros y gigantescos muñecos de esponja.

Como el carnaval es una fiesta que no distingue ideologías o creencias, se observó a las principales autoridades de la ciudad participando. No estaban juntas, pero coincidieron sin problemas. Mientras el alcalde Pedro Palacios abría el desfile, el prefecto Yaku Pérez venía más atrás tocando su saxofón dorado vestido con una pollera de color rojo y acompañado de unos tambores.

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El remate de esta fiesta organizada por la Unión de Periodistas del Azuay, Amistad Club y el Municipio de Cuenca se dio en la plaza de El Otorongo. Allí, los vendedores de los diferentes mercados prepararon y repartieron el dulce de higo más grande del mundo elaborado en una gran paila de acero. (I)