Dos años de la explosión en el barrio Las Delicias, las viviendas que quedaron destruidas o afectadas han sido sustituidas por villas.

En ellas, sus habitantes tratan de retomar el ritmo de sus actividades y dejar atrás esa trágica noche en que una bomba destruyó el cuartel policial de San Lorenzo, en la frontera norte de Esmeraldas.

Teresa Ruales y su sobrina, quienes viven en la zona, se muestran cautelosas ante la llegada de extraños. A ellas se les ha hecho difícil olvidar cómo la detonación destructiva tomó por sorpresa al vecindario.

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El 27 de enero de 2018 no solo San Lorenzo quedó impactado, sino que el país se puso en alerta al conocerse, horas después, que el grupo Oliver Sinisterra, que agrupa a disidentes de las FARC, estaba detrás de esa detonación.

Fue cuando salió a la luz el nombre de Walter Arizala, alias Guacho, a quien meses después, como líder de ese grupo, se le imputó el secuestro y asesinato del grupo de periodistas de El Comercio.

En las calles adyacentes a Las Delicias, las barreras metálicas, un vehículo antimotines y un puesto de vigilancia policial fueron levantados. No así en la parte frontal de la unidad policial que lindera con la avenida Padre Lino Campesan, donde los sistemas de protección se mantienen.

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Con el reforzamiento y vigilancia militar y policial en San Lorenzo, las actividades se desarrollan con normalidad. Y habitantes como Lautaro Jiménez, oriundo de Imbabura, creen que esa presencia da una sensación de seguridad.

Pero otros consideran que hay actividades que sí quedaron golpeadas tras ese suceso y el estado de excepción. Guillermo Valencia, quien habita a pocas cuadras del Batallón de Infantería de Marina (Bimslor 11), en el barrio Las Marías, cree que su actividad como comerciante de concha prieta aún no mejora. Él sintió las pérdidas cuando estuvo vigente el estado de excepción.

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Luego de los incidentes del 2018, el Ministerio de Defensa y el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas redistribuyeron personal y crearon la Fuerza de Tarea Conjunta para reforzar la seguridad y vigilancia en la zona de Esmeraldas.

Y después, el Comando Operacional Uno Norte asumió la vigilancia de los 734 kilómetros de la faja fronteriza.

A pesar de los esfuerzos que se hacen en la zona fronteriza, el Observatorio de Seguridad del Estado estima que hay tres amenazas vigentes en la frontera: narcotráfico, minería ilegal y trata de personas.

Estos grupos que operan en Colombia buscan mantener dos corredores desde la zona de Nariño hasta Piura y por Puerto Asís (Putumayo), Baños (Tungurahua) hasta la costa ecuatoriana, para acopio y tráfico de alcaloides, dice Pazmiño.

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Por estos días, en Tumaco, cerca a la frontera, se ha conocido que 3500 personas han sido desplazadas debido a la presencia de grupos armados ligados al narcotráfico. Allí se menciona a Oliver Sinisterra, el que provocó la explosión en San Lorenzo. (I)

Carretera

La apertura de la carretera y el puente binacional Tumaco–Mataje abre las esperanzas de desarrollo a los habitantes de San Lorenzo. Mariela Simisterra, propietaria de un comedor en la zona urbana, cree que podría atender a turistas colombianos en su local. Representantes de organizaciones de Tumaco (Colombia) adelantan agendas de trabajo sobre este tema con talleres técnicos.