Mark L. Levin empieza su libro Unfreedom of the Press (2019) diciendo que los medios (periodistas) constituyen “…una profesión cuyos miembros forman una clase o aristocracia de pretenciosos, estridentes, arrogantes y farisaicos individuos superiores, rara vez capaces de prudencia o mejoría”.

Gabriel García Márquez, en su discurso a la SIP (1996), hablaba del periodismo como “el mejor oficio del mundo”.

Pregunto, ¿ser periodista es…? El pasado 5 de enero fue el Día del Periodista Ecuatoriano. Y Twitter se encendió con comentarios. ¿Hay que re-pensar el oficio?, preguntó Fabricio.

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¿Qué es más creíble: la noticia publicada en medios tradicionales o la nota difundida por las redes sociales? Edelman Trust Barometer dice que –aún– los medios tradicionales.

¿Los periodistas, políticos o apolíticos? ¿Periodistas o influencers? ¿Influyentes y constructores de opinión pública –como sugiere Noelle-Neumann en La Espiral del silencio”–? ¿Promotores de macronarrativas, como precautela la American Press Institute? ¿Difusores de estereotipos? ¿Militantes?

Los periodistas, ¿tienen sesgos? ¿Son imparciales y objetivos? La objetividad podría estar sobreestimada. Y opinión no es noticia.

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¿Libertad de prensa es lo mismo que libertad de expresión? ¿Cuál es el propósito de la prensa libre? ¿Reportar hechos, difundir información, guiar la opinión? ¿Interpretar la información? ¿Analizarla?

Si entendemos la política como el quehacer orientado al bien común o interés general, entonces el periodismo es político. Pero no debe ser militante.

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Si el oficio se lo lleva en la sangre, no necesita ser redefinido. Es una vocación.

Si un comunicador quiere ser influencer, no es periodista. Porque la influencia es el resultado de la calidad y credibilidad de su trabajo.

Si un comunicador construye una primicia para aumentar lectoría y vender más pauta, entonces está en otro negocio. La pauta no es mala per se. Pero los medios modernos han entendido que si el contenido es bueno, tendrán más suscriptores –para financiar nuevos contenidos–… y el patrocinio de marcas llegará como consecuencia.

Si un comunicador social disfraza periodismo con entretenimiento, está en otro negocio.

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Finalmente, creo que un periodista es como un artista-escritor (lo fueron Martí, Cortázar, Vargas Llosa, Onetti). Un artesano.

No conozco artesano que no sea fiel a sus principios; que no produzca calidad en lugar de cantidad y que no esté convencido de querer cambiar el mundo. (O)