La muerte del estudiante Dilan Cruz, de 18 años, dos días después de ser alcanzado en la cabeza por un proyectil lanzado supuestamente por agentes antimotines durante una protesta, intensificó las manifestaciones en contra del Gobierno.

En marchas y cacerolazos los manifestantes gritaban: “¡El Estado lo mató!”.

Los líderes de las protestas convocaron hoy a la segunda huelga general en menos de una semana. Pese a la oferta de diálogo, el presidente Iván Duque no consigue desactivar el descontento social que deja cuatro muertos en las calles.

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“Todas las acciones de movilización acordadas se mantienen”, dijo Diógenes Orjuela, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, uno de los sindicatos más poderosos del país. El dirigente lideró la primera reunión entre el Gobierno y sectores de la protesta en la sede presidencial, para analizar trece demandas, pero el diálogo concluyó sin acuerdos.

Después de la reunión, Duque anunció la incorporación de algunas medidas sociales al proyecto de reforma tributaria que se tramita en el Congreso y que debe ser aprobado antes de finalizar el año.

El mandatario propuso la devolución del impuesto sobre las ventas o IVA a las familias más pobres, que equivaldría al 20 % de la población del país, la reducción gradual del 12 % a 4 % en el aporte a la salud que hacen los pensionados con un salario mínimo, así como incentivos a empresas que generen empleo para los jóvenes.

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La muerte de Cruz comenzó a generar críticas sobre las tácticas de dispersión del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía Nacional (Esmad), que incluyen gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento.

El Comité Nacional de Paro exige el desmonte del Esmad y la depuración de la Policía.

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Aunque Bogotá es el epicentro de la revuelta social, miles se han unido en Medellín, Cali, Barranquilla o Manizales.

Sectores opuestos a la marcha realizaron la víspera un plantón en homenaje a los 341 uniformados heridos en choques con manifestantes. (I)