A once años del bombardeo militar en el sector Angostura, donde fue abatido en aquel entonces el número dos de las FARC alias Raúl Reyes, en las ruinas del campamento destruido, personas todavía buscan las posibles caletas (dinero enterrado) que el grupo armado podría haber tenido.

El lugar luce cubierto de maleza, sin embargo bajo los nuevos árboles que se levantan, aún se evidencian los escombros de la destrucción del bombardeo, restos de artefactos, vestimenta, botas, plásticos, camuflajes, antenas de comunicación, entre otros artículos.

Los orificios que las bombas hicieron en la tierra al caer sobre el campamento de Raúl Reyes se mantienen intactos, solo cubiertos por hojas secas y agua acumulada. El hueco que quedó por la bomba que cayó a pocos metros de la cama de Reyes es el más evidente a once años del suceso (1 de marzo de 2008). En el lugar murieron 25 personas, entre guerrilleros y civiles, en su mayoría, estudiantes mexicanos.

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Según habitantes del sector, el excampamento de Angostura ha seguido siendo visitado por varias personas, como periodistas, activistas de izquierda, dirigentes de organizaciones sociales y religiosas, entre otros.

Al llegar al excampamento de las FARC en Angostura, este Diario pudo constatar por lo menos cuatro excavaciones recientes, que se han hecho sobre la tierra del antiguo campamento de Raúl Reyes, para encontrar dinero o los tesoros que pudieron ser enterrados por los miembros de este grupo, que fue abatido por la Fuerza Aérea Colombiana, que lanzó más de diez bombas.

Según habitantes, los que llegan a buscar son personas de otras partes del país y también de Colombia.

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“Por ahí vemos que pasa alguna gente, muchos desconocidos que van a rebuscar ese lugar, incluso hacen excavaciones, dizque buscando las caletas de dinero de Raúl Reyes”, dijo un campesino de la ribera del río Putumayo.

Una cruz de madera sembrada en la tierra, coronas de difuntos y unos maceteros de flores, ubicados al centro del excampamento bombardeado, son señales de las visitas que a once años del bombardeo todavía se realizan al sector.

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El camino con gradas de pedazos de madera para ingresar al lugar todavía es evidente, al igual que el sitio de donde los guerrilleros tomaban el agua para bañarse, lavar y preparar los alimentos, y el puente de tablones para cruzar el riachuelo adyacente al campamento está intacto.

“Creemos que aquí se debería hacer una especie de chocita, convertir este lugar en un sitio de visitas turísticas para que la gente sepa lo que pasó aquí”, opina Darwin, un dirigente social del cantón Putumayo que ha guiado a varias personas que buscan conocer el lugar y lo que sucedió.

El camino para llegar al excampamento de las FARC en Angostura, territorio ecuatoriano, está casi perdido entre la maleza. Las más de 50 hectáreas de potrero que existían en la finca donde se ubicaba el campamento han sido olvidadas, la maleza ha reemplazado al pasto.

En El Palmar, poblado cercano al excampamento, los recuerdos de aquel 1 de marzo de 2008 son evidentes.

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“Yo vi cómo una joven guerrillera salió después de 15 días de haber estado escondida en la selva, ella contó que sobrevivió”, dijo un poblador.

Temor en Sucumbíos por retorno a las armas de guerrilleros

El recuerdo de la violencia que por más de 50 años golpeó a los pueblos de frontera está latente en los habitantes del límite fronterizo Ecuador-Colombia, en Sucumbíos. 

Tras el anuncio del retorno a las armas que hicieron en días pasados jefes guerrilleros de Colombia, a la población le aterroriza el regreso de enfrentamientos armados, de asesinatos, masacres, extorsiones y desplazamientos. 

“Con eso de que la guerrilla ha vuelto a tomar las armas  hay una preocupación de todos nosotros, los colombianos y ecuatorianos que vivimos aquí en la frontera. Muchos años atrás pasamos una vida muy horrible y ahora lo vamos a volver a vivir. Eso sí nos preocupa enormemente”, comenta Martín Ospina, habitante del Puente Internacional San Miguel. 

En comunidades campesinas e indígenas de las riberas de los ríos San Miguel y Putumayo, hay preocupación por la presencia de actores armados que estarían convenciendo a los jóvenes para que pasen a integrar las filas de la denominada disidencia. 

Los dirigentes de las comunidades no lo quieren decir en cámaras ni en entrevistas grabadas, lo comentan de manera discreta. Temen por sus vidas, por lo que pasa en el lado colombiano, donde han asesinado a varios dirigentes sociales y comunales. 

En el departamento del Putumayo, en Colombia, fronterizo con Sucumbíos, Ecuador, los cultivos ilícitos de la hoja de coca se han reactivado con la salida de las FARC. Grupos de narcotráfico han ocupado esos territorios, según los habitantes. Y con el rearme de las FARC se temen posibles enfrentamientos armados por el control de la zona cocalera, sostiene un habitante de la ribera del río Putumayo. 

El no meterse con nadie es la clave para no verse envuelto en problemas con grupos armados, dice Luzdari Córdova, de la ribera del río San Miguel. 

Las autoridades de  Sucumbíos han evitado hacer pronunciamientos o comentarios sobre el rearme de las FARC. (I)