Luego de tres años como embajador de Estados Unidos en Quito, Todd C. Chapman regresa a Washington con la tarea hecha: logró que Ecuador, que se había caracterizado por su distancia, se convierta en su socio estrella. Para ello, supo sacar provecho de las transiciones de Barack Obama a Donald Trump y de Rafael Correa a Lenín Moreno, cambios que al inicio solo arrojaban dudas y especulaciones.

En estos años, es evidente el acercamiento. ¿Quién le abrió la puerta a quién?, ¿EE.UU. a Moreno o Moreno a EE.UU.?

El asunto no es tan binario. Siempre que se quiere ampliar las relaciones se necesita de dos. Solo se puede bailar con quien quiere bailar. Desde el inicio, el presidente Lenín Moreno fue muy claro en que quería renovar la relación con EE.UU. Durante la campaña, muchos de los amigos del presidente me decían: “embajador, él va a ser diferente”, “él es otro tipo de persona”, “es un hombre pragmático que quiere relaciones buenas con todos”...

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Apenas asumió el poder, Moreno propuso como embajador en Washington a Alexis Mera (hoy detenido por un caso de concusión). El Departamento de Estado jamás se pronunció, lo que equivale a un rechazo a tal postulación. ¿Fue un acierto ese silencio o tenían ya una idea de lo que luego pasaría con muchos funcionarios acusados de corrupción?

La transición debía ser bien manejada tanto en Quito como en Washington. Hay momentos en que uno se debe detener para pensar qué es lo mejor para lo venidero.

¿Qué imagen del país se le viene al recordar a Jorge Glas, Ricardo Patiño, Fernando Alvarado y otros exfuncionarios con quienes interactuó en varias ocasiones?

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Como soy diplomático, era mi obligación tener buena relación con el gobierno de Correa. Luego del terremoto de 2016 se abrieron nuevos canales de cooperación. Pero ahora, con más información y con las revelaciones saliendo, preocupa que a la vez que se hacía ese esfuerzo, al parecer, había cosas incorrectas.

La decisión de continuar o no con el asilo a Assange fue soberana. ‘Presión' (de EE.UU.) es un concepto de quienes quieren generar problemas.

El subsecretario David Hale dijo que la prioridad de EE.UU. es apoyar a Moreno. ¿Qué más hay en la agenda?

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Estamos en el inicio de reconstruir la buena relación que siempre tuvimos con Ecuador y que pasó por un periodo de problemas. Lo que falta, quizás, es seguir con la comunicación de cara a entendimientos y acuerdos formales. En temas económicos todavía hay mucho por hacer.

¿Es cierto que, en alguna ocasión, reclamó al canciller José Valencia por la demora de Ecuador en la firma de los acuerdos?

Es falso. El canciller es un diplomático de primer nivel. Pero lo que sí es correcto es que yo siempre quiero ir más rápido, quiero concretar cosas. ¡Tenemos prisa!

Da la impresión de que EE.UU. le está otorgando especial atención a Ecuador frente al resto de América Latina, pese a que Trump ha sido criticado por su indiferencia y hostilidad con la región.

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En este momento, Ecuador es un socio estratégico especial en América Latina, tiene mucha importancia geopolítica. Ahora vemos que Ecuador apoya al proceso de paz en Venezuela, reconoce la presidencia de Juan Guaidó, que salió del engaño del socialismo del siglo XXI...

¿EE.UU. presionó para la salida de Assange de la embajada en Londres?

Esa decisión de Ecuador fue soberana. ‘Presión’ es un concepto de personas que quieren generar problemas.

Recuerdo el discurso del presidente Moreno cuando dijo que su ideología es el Ecuador, no una hecha en Caracas. Hizo lo correcto.

Una decisión que coincide con EE.UU., tanto que agentes del FBI colaboran aquí en la investigación a Ola Bini.

Cuando recibimos pedidos para ayudar, ayudamos.

La lucha contra la corrupción y el narcotráfico están llenos de anuncios, acuerdos, intenciones... Pero pierden fuerza cuando muchos de los acusados van a EE.UU. y sus negocios ilegales crecen.

La lucha contra el narcotráfico es una responsabilidad compartida y cuando hablamos de corrupción no estamos diciendo que otros tienen ese problema y nosotros no. ¿Cómo entran tantas drogas a mi país si no hay corrupción en algunas autoridades? Por eso estamos trabajando en el intercambio de información. Por otro lado, quiero ser muy claro: no queremos a corruptos de Ecuador en EE.UU. Si logramos saber que quieren ir, haremos todo para impedirlo. Y claro que hay casos conocidos de gente (que está allá), pero en nuestro sistema judicial los acusados también tienen derechos y se analiza caso por caso. Ahora estamos cooperando bien con el Gobierno ecuatoriano y ya veremos qué pasa el año que viene.

Ahora que deja la embajada, ¿cómo se imagina a este país en su siguiente transición política, en dos años?

Con optimismo. El presidente Moreno no puede terminar su mandato con todo resuelto ni es posible reconstruir todo en cuatro años; menos después de la desinstitucionalización de varias organizaciones. Ojalá que en los próximos dos años logre más de lo que se hizo en los dos primeros. (I)