Un interno advertía en un mensaje de voz por WhatsApp sobre lo que sucedía el jueves en la Penitenciaría del Litoral: “Papito, papito, cuatro muertos; la Ricky, la Federica, un man del lonche y Portoviejo. Lo camellaron, todo en carretero (en el pasillo), parecían juegos pirotécnicos esta h... acá”.

Eran las 12:32 de aquel jueves de infierno en la Penitenciaría y la noticia extraoficial empezaba a circular. Recién a las 14:00 se filtraba un parte policial y detallaba que eran seis las víctimas, todos internos.

El origen de esta matanza se dio, según versiones de abogados y el posteriormente destituido director del centro carcelario, Alfredo Muñoz, cuando un sujeto asesinó en el pabellón 2, con dos tiros, a Ricardo Mantilla Cevallos, alias Ricky, hermano del exrecluso a quien se conoce con el alias del Gorras.

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El causante huyó al pabellón 6 y unos doce reclusos, aliados a los Gorras, con cuchillos y armas de fuego, daban caza a sus rivales y en el pabellón 6 ubicaron al supuesto asesino de Ricky. En esa venganza, 3 murieron a palazos y pedradas, uno con disparos y el quinto murió a palazos y posteriormente fue quemado.

Fue este el clímax de la crisis del sistema carcelario ecuatoriano, declarado dos semanas antes en estado de excepción por el presidente Lenín Moreno. El destituido director de la Penitenciaría reconocería horas después que era una disputa entre bandas y por la falta de control. Tenía solo 150 guías para más de mil presos.

¿Quiénes están detrás de todo? Internos, funcionarios y familiares relatan a este Diario lo que sucede adentro. Cuatro grandes bandas y tres subgrupos estarían en esta disputa violenta que deja 16 muertos en lo que va del año, además de casi una decena de actos de corrupción que han salido a la luz.

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“Lo que me dicen y lo que yo palpo es que desde que llegó el Cubano a la Regional (cárcel adjunta a la Penitenciaría) se creó una alianza con los Lagartos. Hay Lagartos en la Regional y en la Penitenciaría”, relata uno de los guías.

Él agrega que cuando cayó alias Gorra se alió con los Lagartos para cuidarse. “Antes estaba Diablo, un Latin King que mandaba en la Penitenciaría, él lo recibió a Gorras pero solo era pantalla para que vivan la cárcel en paz. Pero de ahí hubo una muerte, la de Simpson en la Penitenciaría… En ese tiempo llegó J.L., de los Choneros, y ahí empieza la guerra”, menciona.

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Y sostiene que para ganar el mandato están Los Choneros contra Gorras y los Lagartos; pero en esto se aliaron los Choneros con los Latin Kings, que se están aliando con un mexicano y él les está auspiciando todo. “Quieren eliminar a los Gorras y los Lagartos”, dice.

El relato del guía resume lo que pasa en las dos cárceles adjuntas de Guayaquil. Pero las bandas dominan todas las cárceles del país y se enfrentan en las calles también.

Una fuente detalla ese dominio. J.L. comanda a los Choneros; el Cubano lidera la banda de los Cubanos; Junior tiene su propia banda y Papelito comanda un grupo con base en la cárcel El Rodeo, de Portoviejo. Estas tendrían nexos con narcotraficantes y cometen sicariatos, robos y asaltos.

El personaje que conoce la realidad de las cárceles identifica además a tres subgrupos. Gorras, que dominaría el microtráfico y sicariato en Guayaquil; los Latin Kings, “que se alían con el mejor postor”, y los Lagartos.

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Al menos hasta el jueves, estas bandas tenían permanente contacto con el exterior, pues los inhibidores de señal celular no funcionan; incluso en las requisas han localizado router para wifi. “A algún guía le pagan hasta mil dólares para que desconecte los bloqueadores de señal y listo. Si se cortara esa comunicación podría hacerse un mejor control”, señala la fuente de este Diario.

Ellos aprovechan la crisis del sistema carcelario. Según los argumentos que justifican el decreto de estado de excepción, el primer problema es el hacinamiento, que a nivel nacional es del 40%; en 10 centros, uno de ellos la Penitenciaría, hay el doble de presos con respecto a la capacidad; en 9, el 50% y en otros 9, el 25% de exceso.

La ministra del Interior, María Paula Romo, señaló el viernes pasado que los hechos violentos registrados en la Penitenciaría responden a que los internos se sienten presionados por los controles.

Familiares y guías dicen que adentro mandan los presos. Ricardo Camacho, exsubsecretario de Rehabilitación Social, dice que, efectivamente, adentro hay lucha entre bandas y eso, seguramente, seguirá. 

REORGANIZACIÓN

Byron Vallejo, director de Contingencias Penitenciarias, y José Vargas, subsecretario de Policía, anunciaron ayer la reorganización del control de los centros carcelarios, en el marco del estado de excepción que rige. Se ha identificado, separado y trasladado (por conducta) a cerca de 90 prisioneros, líderes de organizaciones delictivas, en áreas de Tratamiento Especializado para Difícil Adaptación (TEDA), donde las autoridades tendrán el control directo mediante las unidades especializadas de la Policía como el GIR, GOE y UMO. La medida se aplicó en los centros de rehabilitación social de Cuenca, Latacunga, Guayaquil y Portoviejo. Dijeron que se destinarán 2.600 policías para pacificar las cárceles priorizando los centros más conflictivos.

39.946 internos

Esta es la población carcelaria, según informe de la Secretaría que controla el sector. 

27.742 plazas

Es la capacidad de las cárceles del país. Lo demás, casi 12.000 internos, es sobrepoblación.

1.500 guías

Ellos tienen a cargo el control en el interior. Informe dice que se necesitan 3.000 al menos.

105 vehículos

Es el parque automotor del sistema carcelario. El 80% de estos se halla en reparación. (I)