Los talibanes anunciaron este viernes el lanzamiento de su ofensiva anual de primavera, pese a las conversaciones de paz en curso con Estados Unidos y con representantes del gobierno afgano, con los que se reunirán la próxima semana.

La operación Al Fatah (Victoria en árabe), pretende "erradicar la ocupación" y "limpiar nuestra patria musulmana de la invasión y de la corrupción", indicó el portavoz de los talibanes Zabihulá Mujahid.

"Nuestro deber yihadista no ha terminado aún", continuó en un comunicado publicado en Twitter así como en la web de los insurgentes.

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Washington tildó el anuncio de "irresponsable".

"En momentos en que todos los afganos deben unirse durante las negociaciones para determinar un futuro común, un llamamiento al combate demuestra que los talibanes están atrapados en sus métodos del pasado" tuiteó el emisario estadounidense para las conversaciones de paz en Afganistán, Zalmay Khalilzad.

El emisario señaló sin embargo que continuará con sus esfuerzos para "poner fin a la guerra" y "reunir a las diferentes partes en torno a una mesa para negociar la paz".

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La ofensiva de primavera de los talibanes supone el inicio de la llamada "temporada de los combates", aunque en los últimos años estos se extendieron al invierno.

En marzo, la administración del presidente afgano Ashraf Ghani anunció una ofensiva de las fuerzas de seguridad afganas, llamada "operación Jalid".

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Pese a que hay iniciativas de paz, talibanes y gobierno afgano esperan reforzar militarmente su posición para llegar a la mesa de negociaciones.

Estados Unidos inició en 2018 negociaciones con los rebeldes para intentar poner fin a la guerra. La última sesión de discusiones bilaterales terminó en marzo en Catar.

Miembros de la oposición al presidente Ashraf Ghani también se reunieron con los talibanes en febrero en Moscú.

Y por primera vez, una delegación del gobierno afgano se reunirá con representantes talibanes del 19 al 21 de abril en Doha, informó el jueves la presidencia afgana.

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Los rebeldes, que hasta ahora rechazaron discutir con las autoridades de Kabul, a las que califican de "marionetas" de Washington, no confirmaron esta fecha.

Niegan también cualquier carácter oficial del encuentro e insisten en "un intercambio de puntos de vista" y en el hecho de que "cualquier persona que forme parte de la administración de Kabul [...] solo participará a título personal".

"Se han dado órdenes de lanzamientos coordinados de las operaciones Al Fatah en todo el país", que consisten "en eliminar a los compatriotas que están en el ejército, la policía y las milicias y que son utilizados por los invasores para sus propios objetivos", insisten los talibanes en su comunicado.

Un portavoz del ministerio afgano de Defensa calificó este anuncio de "propaganda".

"Los talibanes no lograrán sus objetivos perversos y sus operaciones serán vencidas como los años anteriores", dijo a la AFP este portavoz, Qais Mangal.

Según el analista militar y exgeneral del ejército afgano, Ateequlá Amarjail, el anuncio "tiene como objetivo desafiar al gobierno" e "iniciar el diálogo en posición de fuerza".

Aunque Kabul ha vivido en relativa calma en los últimos meses, tras un año 2018 muy violento, tres soldados estadounidenses murieron el lunes en un ataque suicida en el exterior de la base militar de Bagram, a unos 50 km de la capital.

Este atentado, reivindicado por los talibanes, eleva a siete el número de soldados estadounidenses muertos desde comienzos de año, en comparación a los 12 en total en 2018.

En enero, el presidente Ghani afirmó que 45.000 miembros de las fuerzas de seguridad afganas murieron desde que asumió su cargo en septiembre de 2014.

Según la Misión de la ONU en Afganistán (Manua), el año 2018 fue el más mortífero para los civiles víctimas del conflicto, con 3.804 muertos, la mayoría atribuidos a los talibanes y al grupo yihadista Estado Islámico.

Una cuarta parte de los 10.993 civiles muertos son víctimas colaterales, durante bombardeos de las fuerzas aéreas afganas y estadounidenses.

En diez años de registro de víctimas civiles, la ONU contabilizó 32.000 muertos y 60.000 heridos. (I)