Sin luz, agua, incomunicados, los venezolanos cumplieron este domingo tres días de un apagón sin precedentes que ya dejó quince pacientes muertos y amenaza con prolongarse indefinidamente, aumentando las angustias que padecen por la severa crisis política y económica que golpea al país petrolero.

La suspensión masiva del servicio eléctrico, la peor registrada en este país de 30 millones de habitantes, comenzó el pasado jueves a las 16:53 (15:53 de Ecuador), tomando ribetes dramáticos: los fallecidos son enfermos renales que no pudieron recibir diálisis, según la ONG Codevida.

Los hospitales que tienen generadores de energía los usan para emergencias. “Esto ha sido horrible. Todo oscuro. Solo funcionan algunas áreas con una planta eléctrica que llevaron porque la del hospital no funcionó”, dijo Sol Dos Santos, de 22 años, quien tiene a su niña hospitalizada en Caracas.

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El país está prácticamente paralizado con negocios cerrados y poco transporte, sin actividades laborales ni escolares. Entre la población, la preocupación aumenta porque la comida empieza a dañarse y el agua escasea.

La crisis energética se convirtió en el nuevo pulso por el poder entre el presidente Nicolás Maduro y el líder opositor Juan Guaidó, jefe parlamentario reconocido por más de 50 países como presidente interino de Venezuela.

Maduro habla de sabotaje

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Maduro denunció “ataques electromagnéticos” al “cerebro” de la hidroeléctrica de Guri, en el estado Bolívar (sur), la mayor de Venezuela y la segunda de América Latina, después de Itaipú (Brasil-Paraguay).

Guaidó y expertos responsabilizan al gobierno por falta de inversiones y mantenimiento, y por la corrupción, ante recurrentes interrupciones del servicio eléctrico, principalmente en el interior del país, pero las autoridades denuncian constantes actos de "sabotaje".

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La descomunal falla eléctrica viene a castigar aún más a una población que sufre por la escasez de medicinas y alimentos, y la hiperinflación.

Muchos supermercados están cerrados porque no disponen de plantas generadoras. Nadie puede retirar dinero de los cajeros ni usar ningún tipo de tarjetas, en un país donde las transacciones electrónicas son vitales incluso para operaciones pequeñas porque no hay dinero en efectivo.

En un país con un éxodo de 2,7 millones de venezolanos desde 2015 según la ONU, la incomunicación es angustiante. Intentando captar señal de sus teléfonos móviles, muchos autos se estacionan al borde de la autopista Francisco Fajardo, la principal de Caracas, donde hay repetidores cerca.

En Caracas y su periferia, donde viven seis millones de personas, seguía suspendido el Metro, lo que obliga a la gente a largas caminatas. Largas filas de autos se forman en algunas pocas estaciones de servicio que funcionan, ante el temor de que pronto falte la gasolina.

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Decenas de personas están aún varadas en el aeropuerto internacional de Maiquetía por la suspensión de varios vuelos. (I)