Indignación e ira desató en las redes sociales la asignación del presidente Nicolás Maduro de $ 1.130’000.000 para la Misión Venezuela Bella, destinada a 60 ciudades y que arranca este 30 de enero “llueva, truene o relampaguee”.

“¿Y a quién le importa que embellezca las ciudades? Ese dinero invierta en medicinas, alimentos, educación”, dijo Wenddy Zambra en Twitter.

El anuncio lo hizo Maduro el 16 de enero, día en que los maestros sumaban una nueva jornada de protesta por el malestar laboral y la crítica situación de la educación.

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Un informe de la Unidad Democrática del Sector Educativo expuso el desplome de la educación en Venezuela. Según el análisis, la deserción escolar en niños y jóvenes entre 3 y 24 años fue de 30%, 8 puntos porcentuales por encima de 2014, cuando se inició el estudio. Falta de alimentos o el colapso del sistema de transporte y las fallas en servicios públicos están entre las causas.

El 100% de los planteles que pertenecen al Sistema Bolivariano de Alimentación Escolar no funciona, se advierte.

Raquel Figueroa, representante del magisterio, alertó que de los 860.000 docentes dependientes del Ministerio de Educación, 172.000 dejaron las aulas porque migraron o “dejaron de ir” a las escuelas, registró el diario El Nacional.

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Otros estudios revelan que el 40% de los profesores universitarios ha dejado sus puestos. Así, maestros y alumnos son parte de los 2,3 millones de venezolanos que han emigrado.

En el inicio de clases del año escolar 2018-2019 solo asistieron entre el 10% y el 15% de los estudiantes.

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Una encuesta realizada por Informe de Movilidad Humana Venezolana, entre abril y mayo pasados, en el estado fronterizo de Táchira a 14.578 venezolanos que cruzaban a Colombia, arrojó que el 20,1%, de ellos estudiaba. Otro 9% era docente, registró venepress.com.

Líderes del magisterio se quejan porque la calidad de educación va en declive, al mencionar que ante la falta de profesores el Gobierno ha incluido a 24.000 personas del programa Chamba Juvenil, que conforman jóvenes desde 18 años y “sin experiencia”, para que impartan materias en escuelas públicas, dijo a El Nacional Olga Ramos, miembro de la Asamblea de Educación.

Críticos advierten además la “evidente carga ideológica” y alertan que el problema también se da en las universidades, en donde estudiantes de últimos semestres o recién graduados son contactados para que impartan clases, en tanto que en colegios son los alumnos de cuarto y quinto año los que hacen de suplentes.

En septiembre pasado, la Asamblea, de mayoría opositora, aprobó la emergencia humanitaria compleja de la educación al considerar la degradación de la profesión docente, con la utilización del recurso de Chamba Juvenil.

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Ya en 2017, el educador venezolano Juan Maragall advertía que el problema social más serio era el adolescente en la calle y habló de 800.000 y 1’000.000 de jóvenes, de 12 a 17 años, excluidos de la educación. “Es esa la Venezuela del futuro. La oferta que el Gobierno les ha hecho es moto, pistola y misión, cuando debería ser empleo, capacitación, preparación”, dijo en ese entonces a El Nacional.

Noelbis Aguilar, directora de las escuelas Fe y Alegría, que dependen en más de 90% del subsidio del Ministerio de Educación, indicó que en un aula en la que el promedio de matrícula es de 30 a 35 alumnos, hay entre 50% y 60% de inasistencia.

Solo en el Distrito Capital y Vargas, 26 escuelas recibieron la renuncia de 170 personas en noviembre pasado. “Las renuncias son semanales”, apuntó.

Además, los constantes apagones de luz eléctrica han dañado equipos o computadoras, “imposible reponer”.

Los bajos salarios de los maestros no les permiten subsistir ni ir a sus lugares de trabajo. El gremio de planteles privados alerta que los continuos aumentos salariales del Gobierno afectan los presupuestos y obligarán a reducir nóminas y al cierre de unos 400 centros en el país. (I)