La publicación en el diario estadounidense The New York Times del caso de inmigrantes indocumentadas que trabajaron en el Trump National Golf Club en Nueva Jersey tuvo repercusión mundial y compromete al presidente Donald Trump, quien mantiene su retórica antiinmigrante desde la campaña electoral y ha lanzado duras medidas contra los ‘sin papeles’ en EE.UU.

Ahora mismo el Gobierno se mantiene en un cierre parcial con más de 800.000 trabajadores puestos en licencia sin sueldo u obligados a trabajar sin paga por falta de acuerdo para aprobar la ley de presupuesto, que el mandatario condiciona su aprobación si esta incluye $ 5.000 millones para la construcción del muro en la frontera con México para frenar el ingreso de migrantes.

Aníbal Romero, abogado ecuatoriano que lleva cinco casos de inmigrantes indocumentadas que trabajaron en el resort de Trump, donde el presidente tiene una casa y su hija Ivanka también, cuenta que han hecho contactos con autoridades federales y estatales, y confía en que se haga justicia con sus clientes, quienes han sido víctimas de discriminación, abuso físico y psicológico, insultos y amenazas de deportación, según han denunciado.

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Victorina Morales, de Guatemala; Sandra Díaz, de Costa Rica; una ecuatoriana y dos mexicanas son, hasta ahora, las denunciantes.

De ellas, Victorina lleva más tiempo en el resort, adonde llegó en 2013 y ha trabajado en limpieza, mantenimiento o como ama de llaves, limpiando el inodoro o haciendo la cama del mandatario.

Poco a poco se fue cansando de los abusos de la supervisora encargada. ‘Burros’, ‘perros’, ‘sapos’ ‘inmigrantes ilegales’ eran parte de los insultos, ha dicho. De nada han servido los reclamos a los supervisores, al gerente encargado del campo de golf, han dicho a Romero. Incluso la asistente personal de la primera dama, Melania Trump, tuvo conocimiento “pero no se hizo nada”.

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Victorina no aguantó, rompió el silencio y decidió denunciar. Según Romero, la migrante dejó de ir a trabajar al resort de Trump, pero oficialmente no ha sido despedida.

Según ella y Sandra Díaz, que trabajó en ese lugar de 2010 al 2013, hay entre 12 y 15 personas que están trabajando sin documentos legales. “Estamos hablando de un periodo de unos ocho años”, refiere Romero al mencionar que las personas trabajaron en el campo de golf desde antes que Trump fuera candidato, durante la campaña electoral e incluso ya como presidente de EE.UU.

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No hay evidencia de que los ejecutivos de la Organización Trump o el mismo Trump supieran de su estatus migratorio, registró The New York Times, pero dos supervisoras del club sí lo sabían, según las migrantes.

Conseguir trabajo en el resort de Trump no fue difícil, pese al no estar legal en el país, incluso le ayudan a conseguir documentos falsos, ha contado Victorina Morales. Según ella, un supervisor le tomó fotos para su residencia falsa, adentro del campo de golf, en la lavandería. Luego mandó a un chofer del campo de golf a un pueblo aledaño a retirar los documentos falsos.

A Sandra Díaz solo le pidieron dos fotos tamaño pasaporte y le entregaron su residencia falsa y número de seguro social, también falso.

“Todo esto sería un delito migratorio muy serio y que está ocurriendo justamente cuando el presidente de EE.UU. está con su retórica migratoria negativa”, dice Romero, quien agrega que las inmigrantes cumplían horarios variados de trabajo, por lo general de 05:00 a 15:00 y comenzaban con un salario de $ 10 la hora.

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“Consideramos que tenemos instituciones muy fuertes que no importa quién sea el responsable, todos tienen que pagar... esperemos que no exista ningún tipo de influencia política”, agrega el abogado. (I)