Las conversaciones sobre el cambio climático en Polonia mostraron los límites de la diplomacia internacional para frenar el calentamiento global en un mundo dividido, al trasladar la responsabilidad de detener el aumento de las temperaturas a gobiernos individuales, ciudades y comunidades.

Cerca de 200 países en las conversaciones de la ONU salvaron el pasado sábado el histórico Acuerdo de París sobre el clima de su desaparición al acordar un paquete de guías para su implementación. Sin embargo, los gobiernos aplazaron el establecimiento de normas sobre créditos de carbono –un estímulo para las empresas– y no hubo un compromiso firme para fortalecer los objetivos de reducción de emisiones de los países para 2020, cuando el acuerdo entra en vigencia.

Así las cosas, las partes están lejos del objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global bajo los 2 °C, por no hablar del límite de 1,5 °, necesario para evitar un clima más extremo, el aumento del nivel del mar y la pérdida de especies.

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La Organización Meteorológica Mundial de la ONU ha dicho que las temperaturas se encaminan a subir entre 3 y 5 grados este siglo.

El Acuerdo de París se basa en compromisos individuales de emisiones y las expectativas de que las conversaciones polacas produjeran algo más que reglas sobre cómo se medirían siempre fueron bajas: la unidad conseguida en París fue dinamitada por una ola de gobiernos que dieron preeminencia a las agendas nacionales sobre la acción colectiva.

Solo un puñado de jefes de Estado y de Gobierno se presentó en Katowice y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, tuvo que volver a la reunión para pedir un avance.

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En tanto, Estados Unidos, que se retiró del proceso de la ONU a instancias del presidente Donald Trump, organizó un evento para promocionar los beneficios de quemar combustibles fósiles de manera más eficiente, incluido el carbón, mientras que en casa, Trump ha calificado el Acuerdo de París como algo ‘ridículo’.

Un informe científico pedido por los signatarios del Acuerdo de París dijo que la proporción de energía producida con carbón tendría que reducirse a menos del 2% para 2050, junto con grandes recortes de otros combustibles fósiles para evitar que las temperaturas suban más de 1,5 grados y causen inundaciones devastadoras, tormentas, oleaje y sequía.

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Estados Unidos, al igual que otros grandes productores de petróleo, se negaron a ‘acoger’ este informe. (I)