Desde el boom económico, pasando por la liberalización sexual y artística, la política de reforma y de apertura, lanzada hace 40 años en China, ha cambiado irremediablemente la imagen del país, aunque los derechos políticos no hayan evolucionado tanto.

El país celebra esta semana el aniversario del inicio de la Reforma Económica China, aprobada por el Partido Comunista Chino (PCC) el 18 de diciembre de 1978.

“Mi vida es mucho mejor que la de mis padres”, dice Ou Banlan, delante de la antigua fábrica textil donde trabajaba en Shenzhen (sur), la ciudad laboratorio de la apertura que vivió “enormes cambios” en 40 años. La metrópolis cuenta hoy con cerca de 13 millones de habitantes, pero antes solo era un pueblo agrícola que se abría a la industrialización.

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Desde 1979 y el inicio de las reformas económicas, el PIB chino se multiplicó por 69, y 800 millones de chinos salieron de la pobreza, según el Banco Mundial.

“Estos últimos cuarenta años, la calidad de vida del ciudadano medio ha aumentado notablemente (...). Aunque el estrato más bajo de la población siga teniendo dificultades para proteger sus derechos”, afirma Ou Banlan, de 52 años, quien agrega que tras algunos años de trabajo tuvo su propia vivienda, tiempo de ocio, podía viajar, ir de compras. “Antes, ¡ni lo habría imaginado!”.

En China, los hombres pueden jubilarse de media a los 60 años y las mujeres a los 55.

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Mientras, Zhao Chen, nacido poco después del lanzamiento de las reformas, es un joven emprendedor moderno de 34 años que aprovechó la apertura y fue a estudiar a EE.UU., y tras graduarse volvió y creó en Pekín una incubadora que aconseja, financia y ayuda a las startups a sacar sus productos al mercado. Él opina que el ritmo ya es mucho más acelerado en China que en Silicon Valley.

“La gente tiene hambre de éxito. Muchos están dispuestos a trabajar duro, de nueve de la mañana a nueve de la noche, seis días a la semana”, explica.

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Un ritmo que habría sido difícil de concebir en la década del 70, cuando la economía nacional estaba anquilosada.

Niño de los años 80, Zhao Chen se imaginaba una carrera en una empresa pública o en la administración, como sus padres. “En esa época, mis padres debían obtenerlo todo con cartillas de racionamiento. Hoy, pagan con dinero desmaterializado, escaneando un código QR con sus smartphones”, dice.

En tanto, para los artistas como Jin Shan, los cambios permitieron romper el yugo de la época maoísta (1949-1976). “Antes, la gente no saciaba el hambre. El problema se resolvió y consiguieron la libertad de hacer y pensar muchas cosas”, explica el artista plástico de 41 años, de renombre en China.

En la época del fundador del régimen, Mao Zedong, el arte estaba principalmente destinado a ensalzar la ideología comunista. Eso cambió, aunque las obras políticas o dirigidas contra el PCC en el poder siguen siendo tabúes y se llegan a anular exposiciones. “No esculpo figuras políticas, así que no sufro realmente presiones. Hay un cierto grado de libertad. Pero sigue siendo problemático si se hacen cosas comprometidas”, reconoce Jin Shan.

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Hay otros que aún son víctimas por su disidencia con el sistema. Wu’er Kaixi fue uno de los más mediáticos portavoces de los manifestantes de la plaza Tiananmen en Pekín en 1989, tras diez años de cambios económicos. Hoy exiliado en Taiwán, el activista tenía 21 años cuando reclamaba como decenas de miles de estudiantes el fin de la corrupción y más democracia. Pero la fuerte represión del movimiento por el Ejército frenó brutalmente cualquier liberalización política en China.

“Vimos en los últimos cuarenta años que no ha habido realmente apertura ni reforma política”, declara Wu’er Kaixi.

“La reforma política viene de la base de la sociedad, en cooperación con la gente que está en el poder (...). El mundo occidental debe aprender que las reformas económicas nunca garantizan las reformas políticas”, apunta el activista.

Actualmente, el presidente chino Xi Jinping impulsa controles más estrictos internamente y lanzó una campaña anticorrupción que dejó atrás a cualquiera que le quisiera hacer sombra en el partido, según The New York Times.

Sin embargo, las nuevas presiones externas –como la ‘guerra’ comercial con EE.UU.– y, en menor medida, las internas pondrán a prueba el modelo durante estos años. (I)

Otro tabú

Sexualidad

Algunos cambios

Para Yi Heng, el internet fue una bendición. La joven de 29 años, conocida con el seudónimo Reina Copa C, es una bloguera especializada en uno de los efectos más visibles de la apertura: la disminución de los tabúes en materia de sexo. Si bien muchos sitios y redes sociales siguen estando bloqueados en China, la gente siente curiosidad en materia de sexualidad y buscan servicios como los de ella. Aunque sigue habiendo opiniones conservadoras y el cuerpo de la mujer sigue siendo considerado un objeto. “En internet, mucha gente ataca a las chicas que ya no son vírgenes”, señala.