Según una antigua tradición Santa Bárbara fue una joven conversa de los primeros siglos que fue encerrada por su padre pagano en su castillo para forzarla a la apostasía. Al no conseguirlo, permitió que la martirizaran cortándole la cabeza con una espada y él mismo murió fulminado por un rayo, señala el portal aciprensa.com.

Nació en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, a principios del siglo III.

No existen referencias a Santa Bárbara contenidas en las primeras autoridades de la Iglesia ni en el martirologio de San Jerónimo. No obstante, la veneración a esta santa era común desde el siglo VII.

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Alrededor de esta fecha existieron las legendarias actas de su martirio, los cuales fueron incluidos en la colección de Simón Metafraste, uno de los más renombrados hagiógrafos bizantinos.

Se le representa con manto rojo, cáliz de la sangre de Cristo, rama de olivo, corona y espada, todos ellos símbolo del martirio.

La leyenda de que su padre fue fulminado por un rayo causó, probablemente, que fuera considerada por la gente común como la santa patrona en tiempos de peligro por las tormentas eléctricas y el fuego, y luego, por analogía, como la protectora de los artilleros y los mineros.

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También se le invoca como intercesora para asegurar el recibimiento la confesión y le Eucaristía en la hora de la muerte. (I)