Fausto Falconí es ingeniero agrónomo, tiene 60 años y durante 25 trabajó con transnacionales en agricultura convencional, con químicos. Hace 12 años su visión del campo cambió y aprendió las técnicas de la agricultura orgánica con pequeños campesinos y se dedicó a producir rosas en Cayambe, luego vendió esa finca y hace un año y medio cumple su sueño: producir hortalizas, frutas, pollos y huevos en su nueva finca Pura Vida, en la parroquia Checa, en Pichincha.

Es un convencido de que el campo no rinde porque se usan muchos químicos que matan el suelo “y no hay que pedirle mucho a cadáveres”; cree que la agroecología y la agricultura orgánica da bajos costos, alta productividad y beneficios.

“El 50% de nuestros clientes tiene problemas de salud y se curan con la comida”, asegura Falconí, certificado por Agrocalidad como productor orgánico, ecológico y biológico,

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Según ese ente estatal, Ecuador cuenta con 277 productos orgánicos frescos certificados y 509 procesados de consumo nacional y de exportación.

Rommel Betancourt, coordinador general de Inocuidad de Alimentos de Agrocalidad, señala que entre los productos frescos destacan el cacao, banano, café, quinua, aceite de palma africana, hortalizas y plantas medicinales; entre los procesados: chocolates, panela, bebidas, frutas deshidratadas, leche, yogur y queso que son cultivados sin usar muchas herramientas tecnológicas que sí están aprobadas en una producción convencional.

Sí hay estratos que se pueden usar, previstos en la lista “positiva” en normas internacionales y en la Normativa General para Promover y Regular la Producción Orgánica, Ecológica y Biológica en el Ecuador, vigente desde el 2013.

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Betancourt indica que desde la nueva normativa hubo un aumento sustancial. Actualmente, el 0,8% de la superficie de tierras agrícolas del país está destinada a la producción orgánica, es decir, 41.279 hectáreas que están en manos de 12.447 productores, 480 individuales y 57 asociaciones que suman 1.967 miembros. De ese total 34.782 ya son orgánicas y 6.497 están en transición.

El beneficio –agrega– radica en la baja de costos por no usar ciertos químicos, aunque no usarlos aumenta el riesgo de plagas. En el caso del banano, Gustavo Marún, de Agroban, explica que la producción orgánica es lo más cercano a la sustentabilidad, un proceso que el sector arrancó este mes con la contratación de un estudio.

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“Es un proceso complejo porque hay enfermedades como la sigatoka negra, que es muy difícil de controlarla, de tal manera que en ciertos casos tienes que verte obligado a usar un químico”, dice Marún, quien sin embargo, señala que con un adecuado manejo, es posible.

Para el control y vigilancia de ese manejo el Servicio de Acreditación Ecuatoriana (SAE) contrató a cinco acreditadoras: BCS, QCS, Ceres de Ecuador, Control Union e ICEA.

También se supervisa la promoción de estos productos. Este mes vence el plazo de un año para que los productos incluyan en su empaque el logotipo de la certificación.

Agrocalidad trabaja en lograr la equivalencia de la normativa local con la de otros mercados importantes para la producción orgánica como EE.UU. y países de Asia. Con la Unión Europea buscan mantenerla tras lograrla en el 2013 después de casi dos años de negociaciones.

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Esto, porque la normativa europea está por modificarse en cuanto al uso de ciertas herramientas tecnológicas. “Este año sale ya la enmienda, y con ellos estamos trabajando... para revisar cómo podemos nosotros avanzar tomando en cuenta que pasamos por varias etapas”, dice Betancourt. (I)