Barricadas incendiadas en plena calzada, manifestantes arrancando adoquines, cañones de agua de la policía, gases lacrimógenos..., los Campos Elíseos de París fueron este sábado el escenario caótico de nuevas protestas de miles de "chalecos amarillos".

Por la mañana, grupos de "chalecos amarillos", el movimiento transversal contra el alza de los combustibles y la pérdida de poder adquisitivo en Francia, convergieron en la capital francesa.

La manifestación solo había sido autorizada en los Campos de Marte (a los pies de la Torre Eiffel), rodeados de vallas y bajo protección policial.

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Al mediodía, varios grupos dispersos se juntaron rápidamente en la famosa avenida, rodeada por cordones policiales antidisturbios que impedían el acceso a la zona adyacente al palacio presidencial.

Según el ministerio de Interior, por la tarde habían contabilizado unos 8.000 manifestantes en la capital, de los cuales 5.000 sólo en la famosa avenida.

El descontento gira alrededor del presidente francés Emmanuel Macron: "Macron dimisión", "Macron, devuelve el dinero" y cantos del himno francés respondieron a las sirenas de las fuerzas de seguridad.

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Rápidamente, la marea amarilla, con intención de llegar a la plaza de Concordia situada cerca del palacio presidencial, rebasó un cordón policial.

"Acuérdate de 1789"

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La situación degeneró enseguida: jóvenes con la cara cubierta con bufandas y capuchas, dispersos entre el cortejo, enfrentaron a las fuerzas de seguridad.

La policía respondió con gases lacrimógenos y utilizando camiones hidrantes a los tiros de bengalas y proyectiles de todo tipo: botellas, adoquines... La plaza quedó invadida por el humo. Los manifestantes huyeron luego hacia las calles adyacentes o retrocedieron hacia el Arco de Triunfo.

"Venimos a manifestarnos pacíficamente y nos gasean... ¡Así nos reciben en París!", lanza con desprecio Christophe, de 49 años, que vino con su esposa desde el este de Francia.

Detrás de la pareja, se encadenan las explosiones de granadas, petardos y bengalas, y los cañones de agua hacen retroceder a la multitud hacia lo alto de la avenida.

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Algunos arrancaron las vallas metálicas de obras para utilizarlas como barricadas en el medio de la avenida. Los proyectiles volaron sobre los cascos y escudos de los antidisturbios, que cargaron varias veces.

Franck, de 54 años, un excomercial desempleado desde hace unos meses que vino desde la periferia norte de París, parece decepcionado por la movilización, más floja que la del fin de semana pasado.

"Debería haber más gente mostrando su descontento con lo que hace el gobierno. [Macron] no deja hablar a los franceses, lo que hace es una dictadura", añade el manifestante que sostiene una pancarta que dice "Acuérdate de 1789", en alusión a la Revolución Francesa.

Más abajo en la avenida, quedó una cabina de obras tirada sobre la calzada, calcinada, y la terraza de una panadería fue incendiada, uno de los pocos comercios de la avenida en sufrir los estragos de esta ira social. (I)