Los dos cuñados sabían que el cruce del desierto para ingresar a EE.UU. podía ser algo mortal. A uno de ellos se le murieron el padre en 1995 y un tío en 2004 en la ruta. Y los dos jóvenes lo habían intentado unos meses antes, para terminar entregándose a la Patrulla de Fronteras de EE.UU.

Juan Luna y Armando Reyes, no obstante, partieron de nuevo de su pequeña comunidad de Gómez Palacio, el norte de México, en agosto del 2016. Lo único que se sabe de ellos es que desistieron de seguir y planeaban entregarse a los agentes.

En todo el mundo multitudes le escapan a las guerras, el hambre y el desempleo, y el total de migrantes alcanzó una cifra sin precedentes en 2017: 258 millones. Menos visible es el costo de estas migraciones masivas, las decenas de miles de personas que mueren o desaparecen en las rutas, sin que se vuelva a tener noticias de ellas.

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En la mayoría de los casos nadie lleva registros: No se los tomaba en cuenta en vida, y menos de muertos. Al menos 3.861 migrantes murieron o desaparecieron tratando de llegar de México a EE.UU. desde el 2014, según una investigación de la Associated Press (AP).

La investigación también revela que el total de muertos o desaparecidos en el mundo es de al menos 56.800 migrantes, desde el 2014, el doble de la única cuenta oficial que hay, la de la Organización Internacional para las Migraciones, que contabilizaba más de 28.500 muertos y desaparecidos hasta el 1 de octubre. La AP encontró otros 28.000 al recabar información de otros organismos internacionales, archivos forenses, denuncias de personas desaparecidas y certificados de defunción, y de analizar miles de entrevistas con migrantes.

La cuenta de AP es baja. Hay cadáveres de migrantes enterrados bajo la arena del desierto o en el fondo del mar. Otros miles no han sido reportados porque estaban en otro país sin permiso o porque se fueron sin decir hacia dónde se dirigían.

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La identificación de un cadáver puede tomar años y se ve dificultada por la escasez de recursos y de registros oficiales, así como la falta de coordinación entre los países, e incluso entre los estados, provincias de una misma nación.

En el caso de Luna y Reyes, las autoridades les dijeron a sus familias que habían hecho averiguaciones en prisiones y centros de detención, pero no había noticias de ellos.

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En 2017 se encontraron ocho cadáveres cerca de una zona militar en el desierto de Arizona. María Elena Luna quedó impactada por una de las fotos que vio, la de un cadáver en descomposición, con una pierna doblada hacia afuera. La pose le resultó familiar. “Así dormía mi hermano”, dijo.

Junto a los cadáveres se hallaron una identificación de un joven de Guatemala, una foto y un papel con un número de teléfono. La foto era de Juan Lorenzo Luna. Los investigadores, no obstante, dijeron no pueden confirmar una identidad porque a los migrantes les roban a menudo. “Todos lloramos”, recuerda Luna. “Pero no podemos estar seguros hasta que se haga el análisis de ADN”.

En el 2010, el Equipo Argentino de Antropología Forense y la morgue local de Pima County, en Arizona, comenzaron un esfuerzo para identificar a los cadáveres encontrados a ambos lados de la frontera. Desde entonces, el “Border Project” o “Proyecto Frontera” ha identificado a 183 cadáveres, pero quedan muchos más sin identificar.

Más al sur se ha ignorado totalmente la cifra de muertos y desaparecidos de uno de los desplazamientos de gente más grandes del mundo en la actualidad: los casi 2 millones de venezolanos que le escapan al derrumbe social y económico de su nación.

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Estos migrantes se suben a autobuses para cruzar la frontera por tierra, abordan modestas embarcaciones en la esperanza de llegar al Caribe y, cuando todo lo demás falla, caminan por días bajo el sol por carreteras o con temperaturas heladas por las montañas. Vulnerables a la violencia del narcotráfico, el hambre y las enfermedades, desaparecen o mueren de a cientos.

Nadie lleva la cuenta de esas muertes, ni de las decenas de decesos en el mar. Tampoco se lleva la cuenta de las denuncias de desapariciones en Colombia, Perú y Ecuador. En total, al menos 3.410 venezolanos han sido dados por desaparecidos o muertos.

56 mil 800 migrantes murieron o desaparecieron en todo el mundo en cuatro años, según investigación.

258 millones de personas migraron en 2017, huyendo de guerras, hambre o desempleo, según la ONU. (I)