Indonesia, el archipiélago de unas 17.000 islas e islotes que se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico y que registró en 2004 un poderoso tsunami que dejó más de 220.000 muertos, desde julio pasado no para de temblar.

Un fuerte terremoto de 7,5, en la isla indonesia de Célebes, la tarde del pasado viernes, y que provocó un tsunami sumaba ayer más de 400 muertos y unos 540 heridos en el complejo turístico de Palu y en la ciudad de Donggala, donde viven unas 600.000 personas.

Los hospitales no daban abasto para atender a la masiva llegada de víctimas; médicos y enfermeros se declararon desbordados por la catástrofe. Numerosos heridos eran tratados en el exterior por la destrucción total o casi completa de varias clínicas. Los habitantes transportaban como podían los cuerpos sin vida.

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Las imágenes de Palu mostraban varios cadáveres cerca del mar. Los vehículos destrozados diseminados por la zona reflejaban la violencia con la que olas de más de 3 metros golpearon la localidad.

Autoridades se preocupaban también por la suerte de varios cientos de personas que preparaban un festival en una playa de Palu la noche del viernes, poco antes del tsunami.

El vicepresidente indonesio, Jusuf Kalla, admitió que el número de víctimas podría ser de varios miles.

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“Creemos que docenas o cientos (de víctimas) aún no han sido sacadas de entre los escombros”, indicó la Agencia Nacional de Gestión de Desastres. “No sabemos nada de Donggala y eso es muy preocupante”, agregó Jan Gelfand, miembro de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja en Yakarta. “Allí viven más de 300.000 personas. Esto ya es una tragedia, pero podría ser mucho peor”.

Pensamos que hay decenas o cientos (de víctimas) que no han sido sacados de los escombros. El principal centro comercial de Palu se ha hundido y el hotel Rua Rua se ha derrumbado. Tenía 80 habitaciones y 76 estaban ocupadas". Sutopo Purwo Nugroho, portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres

La cifra de víctimas podría ser superior cuando los rescatistas lleguen a las zonas costeras, dijo Sutopo Purwo Nugroho, vocero de la agencia de desastres.

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Con demasiado miedo para dormir al interior, los residentes acamparon afuera en la oscuridad, mientras las víctimas narraban historias desgarradoras de cómo fueron separadas de sus seres queridos.

“No hubo tiempo de salvarnos. Creo que me quedé atrapado entre los escombros de la pared”, dijo Dwi Haris, y agregó que su familia estaba en el pueblo para una boda. “Escuché a mi esposa pedir ayuda, pero luego silencio. No sé qué les sucedió a ella o a mi hija”, dijo con sus ojos llenos de lágrimas.

El del viernes último es el desastre natural más reciente en golpear a Indonesia, que frecuentemente es cimbrada por terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis. Una serie de sismos en julio y agosto provocaron la muerte de casi 500 personas en la isla turística de Lombok.

Tsunamis, hechos y naturaleza de una catástrofe

La palabra tsunami, antes considerada exótica, ha ingresado ahora en nuestro léxico diario para definir una inmensa masa de agua que se desplaza a través del océano, generalmente después de un terremoto en el lecho situado bajo el mar.

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La palabra 'tsunami' esta originada por las palabras japonesas que designan 'puerto' y 'ola'.

Al generarse, los tsunamis provocan olas relativamente pequeñas, que van creciendo de tamaño a medida que se acercan a la costa.

Para quienes están en la costa, la primera señal de que algo preocupantes está ocurriendo puede ser una retirada del mar, a la que sigue la llegada de una o varias grandes olas.

Varios son los factores que determinan la potencia y la capacidad destructora de un tsunami.

La destrucción de manglares o arrecifes de corales, que ejercen una función protectora, así como la proliferación de hoteles o casas construidas en lugares expuestos de la costa, puede provocar un mayor número de víctimas de los tsunamis.

El tsunami de diciembre de 2004 en el océano Índico fue causado por un monstruoso terremoto de magnitud 9,1 en la isla indonesia de Sumatra.

Generó una energía equivalente a 23.000 bombas como la que se lanzó sobre Hiroshima, según el US Geological Survey (USGS). Unas 220.000 personas murieron, muchas de ellas a pesar de estar a miles de kilómetros del epicentro. (I)