Un pescador manabita convive con las secuelas del terremoto del 16 de abril de 2016. Luis Ponce, de 78 años, dice que se asustó y cayó porque salió corriendo cuando la tierra tembló en la isla Luis Vargas Torres, en Esmeraldas, donde vive por décadas. “Estaba halando 20 trampas (de pesca), el cuerpo se me quiso ir” y llora.

“Salté en la marea seca y el lodo me daba aquí (indica la cintura). Ya no tenía fuerza en la pata”. Se quedó enterrado en el lodo. Y unos meses antes, en enero del 2016, se desbordó el río y quedó sumergido en el agua al pie de una canoa salvando sus pertenencias.

Sus familiares cuentan que estuvo internado en el hospital de Esmeraldas, donde una doctora lo mandó a morir a la casa, según el afectado. Luis ya no es el mismo tras el sismo y la inundación. La situación empeoró en octubre del 2016, cuando quedó postrado en cama. Desde entonces ya no camina. “Estuvo mucho tiempo flexionado por lo que tuvo complicaciones en sus tendones, no puede extender sus miembros inferiores”, dice Génesis Castro, especialista en medicina familiar que lo visitó como parte de la estrategia estatal Médico del Barrio, el 19 de septiembre último.

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Desde este año vive en la Isla Trinitaria, en Guayaquil, con su esposa de tez trigueña. En la ciudad teme hasta salir a la calle. “Un carro me puede aplastar, muero porque Diosito me mate... He quedado medio loco”, atina a decir en medio de sollozos. “Se sofoca, grita duro, no puede ver muchos carros. Con cada sismo tiembla, se tira de la cama y no puede dormir”, cuenta una de sus tres hijas.

Luis Ponce Cobeña busca a sus hermanos a quienes no ve desde hace 20 años, según cuentan sus familiares. Foto: Ángel Aguirre

El hallazgo del caso se dio en enero del 2018 cuando un equipo de atención integral de salud (EAIS) lo encontró desnutrido. Dormía en el piso de madera y permanecía en posición fetal. “Le entregamos una silla de ruedas, un colchón antiescaras y una silla para evacuar”, cuenta Castro.

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Pero Luis dice que está enseñado a la mala. “He llevado la vida a todo aire, sin camisa”, dice mientras remienda unas redes sentado en el patio de tierra, como a él le gusta estar intentando rememorar su pasado rodeado de palmeras.

Él está a la espera de la cita con un gastroenterólogo porque tiene periodos de diarrea y de estreñimiento. Además tiene pendiente una consulta con un psicólogo.(I)