El estudio de técnicas de pesca realizadas por pescadores de la cultura Manteña, sin ningún arte de pesca y solo apoyados por corrales marinos (estructuras de piedras diseñadas en zonas costeras del área rural de Manta), ha generado una investigación que sostiene como únicas en el mundo a estas construcciones que datan de al menos 1.500 años de existencia.

Desde hace meses se inició una primera etapa de investigación a estas edificaciones semicirculares construidas en piedra detectadas en la comunidad de Ligüiqui por delegados de la Universidad de Alcalá de Henares, de España, junto con arqueólogos del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), al igual que investigar los cambios que supuso para la cultura Manteña la llegada de los españoles en una indagación que durará cinco años.

Lauro Olmo, profesor de Arqueología de la Universidad ibérica y codirector del proyecto, señaló en una publicación de la Fundación de Paleontología y Arqueología, de España, que es fundamental conocer el organizado sistema económico de explotación de los recursos agrícolas y marítimos y de control de navegación y redes de intercambio comercial de esta cultura, sobre todo de una sociedad que hizo de la concha Spondylus su medio de intercambio comercial.

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“Hay corrales localizados en Chile, en Australia, y en Islandia y también en España, donde los más conocidos están en Rota (Cádiz), pero ninguno es tan extenso como los de Ligüiqui, donde se percibe de entrada la existencia de un sistema a mayor escala y mejor organizado que en el resto de los corrales hasta ahora conocidos”, dijo.

Estos corrales marinos son estructuras de piedra semicirculares que atrapaban a los peces y crustáceos cuando la marea bajaba.

Los primeros trabajos investigativos en esta zona de Ligüiqui se dieron en el 2012 al mando del arqueólogo Juan José Ortiz, un grupo de profesionales del INPC y de dicha comunidad mantense.

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Ortiz señala que en la actualidad pobladores de este sector aún mantienen la tradición de obtener algunos mariscos cuando la marea baja, cuando se observan estas estructuras.

Marcos Labrada, director del centro de servicios especializados de Patrimonio Cultural de la zonal 4 del INPC, señaló que faltan muchas cosas por aclarar sobre los corrales marinos.

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Hasta el momento se han podido detectar cerca de seis kilómetros ininterrumpidos de corrales marinos dentro del perfil costero de Ligüiqui.

Pero el arqueólogo indica que lo que sí cambia completamente el caso de Ligüiqui con respecto a la arqueología ecuatoriana es la visualización por parte de los investigadores y el conocimiento por la sociedad de que además de un método de pesca más activo como el que se daba en las balsas o por medio del buceo, en este sector había un sistema paralelo de pesca pasivo que no había sido considerado y no era evaluado en las investigaciones. (I)