Julia Serrano, religiosa española que actualmente vive en Riobamba, acompañó en su misión evangélica a monseñor Leonidas Proaño, desde cuando ella terminó sus estudios en teología.

¿Qué la motivó a acompañar a monseñor Proaño en sus misiones?

Él fue a España a cumplir compromisos. Como yo conocía muy bien Madrid fui encargada para trasladar a monseñor hacia los sitios a donde debía asistir. (...) Yo quería venir a trabajar en Ecuador. En esos días yo estudiaba teología. Monseñor me dijo que le gustaría que primero terminara los estudios porque, dijo, no tenemos teólogos titulados (en Ecuador). Terminé los estudios y me vine a Ecuador.

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¿Cuáles eran las principales características de la personalidad de monseñor?

La paz que él transmitía. Esa serenidad. Le considero un gran patriarca de la Iglesia latinoamericana. No solo es el Profeta de los Indios, sino, sobre todo, un gran patriarca.

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¿Tuvo algún defecto?

Todos tenemos defectos. Para mí, él tardaba demasiado en tomar decisiones o a lo mejor yo soy muy impaciente. Antes de tomar una decisión, él le daba mil vueltas.

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La comunidad era muy importante en el discurso de Proaño. ¿Consultaba mucho a los indígenas?

Sí. Una de las cosas que más me impresionaban era que si tenía que tomar decisiones respecto a cualquier cuestión, nunca hacía las cosas sin el criterio de la comunidad.

¿Cuál era el mayor temor de monseñor Proaño?

A que el pueblo, los indígenas, no agarraran su propia historia en esas situaciones de injusticia. A que el pueblo se quedara inactivo, pasivo y no se levantara. (I)

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