Reciclar la basura generada en la prisión de La Joyita, una de las principales de Panamá. Ese es el objetivo que se fijaron Franklin Ayón y otros reclusos y del que surgió el proyecto EcoSólidos con el que se ha mejorado la salubridad de las instalaciones, se ha rebajado la conflictividad entre los reclusos y se ha ayudado a estos a formarse y reducir sus penas.

Una de las claves del éxito del proyecto, que echó a andar en 2016, es que partió de los propios reclusos y ha estado liderado siempre por ellos, si bien cuenta con el respaldo y el visto bueno de las autoridades penitenciarias de Panamá y con el apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

"Nadie intervino hasta que estuvo en funcionamiento", subraya el jefe de misión del CICR en Panamá, Giuseppe Renda, en entrevista con Europa Press. Tras constatar "lo mucho que se podía obtener con una mínima inversión", las autoridades permitieron que los privados de libertad se organizaran y trabajaran, pero pronto los reclusos se dieron cuenta de que "para materializar la idea se requerían recursos" y los que conseguían reunir de familiares y amigos no eran suficientes.

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Es ahí donde entró el CICR. Según cuenta Renda, en una de las visitas periódicas a La Joyita, que alberga a más de 4.300 reclusos --el 25 por ciento del total en el país--, para evaluar las condiciones de detención, los promotores de EcoSólidos pidieron a la organización "una donación de bolsas para basura" y les contaron el programa.

Inmediatamente, asegura el responsable del CICR, "nos dimos cuenta del potencial" puesto que "EcoSólidos contribuye a mejorar las condiciones de los detenidos, los mantiene ocupados, enseñando y aprendiendo" al tiempo que los propios reclusos gestionan la basura que ellos mismos producen.

"Es más que reciclaje"

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"Es más que reciclaje", subraya Renda, ya que los 600 reclusos que forman parte del proyecto "participan activamente del proceso productivo o aprenden una profesión mientras reducen su tiempo de condena". Estos 600 privados de libertad suponían el 15 por ciento del total a principios de 2018 y el 23,5 por ciento de los recluidos en mínima seguridad, donde se lleva a cabo EcoSólidos.

Para poder acceder al proyecto, la junta directiva integrada por los propios reclusos ha fijado las normas, que pasan por un periodo de prueba de dos meses, durante el que se busca comprobar la buena conducta, tras lo cual se formaliza con las autoridades la integración en la iniciativa, con las ventajas que ello conlleva.

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La principal de ellas es la reducción de las penas. Los reclusos que participan en EcoSólidos realizan jornadas de trabajo de ocho horas seis días por semana y por cada dos días trabajados se les descuenta uno de su condena. "Esto les permite rebajar cinco meses y 22 días por cada año trabajado, el máximo tiempo autorizado por la normativa penitenciaria pañamena", explica el responsable del CICR.

"Aquí se recicla vida, no basura", defiende por su parte Ayón, quien tuvo la idea de reciclar la basura que se generaba en el penal y para el que el reciclaje "no es basura, es libertad". "EcoSólidos transformó un problema en una oportunidad", subraya. "Si no fuera porque estuve detenido, separado de mi familia, EcoSólidos sería lo mejor que me ha ocurrido en la vida", añade.

Además de la reducción de penas, el proyecto también ha tenido un gran impacto en las condiciones de vida de los privados de libertad. "La Joyita es hoy un sitio más salubre" ya que la mejor gestión de la basura ha reducido los malos olores y la presencia de insectos y otros animales, destaca Renda. A esto se suma una menor conflictividad entre los reclusos. "Al mantenerse ocupados y con un propósito no hay mucho tiempo para los conflictos y se rebajan las tensiones", explica.

Funcionamiento del proceso

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En la actualidad, el 80 por ciento de la basura que se produce en La Joyita es reciclada por EcoSólidos. Los restos se concentran en tres vertederos y a continuación son separados en función de la materia prima. El plástico, el metal y el papel son clasificados por composición y color, compactados y empaquetados para su venta a una compañía de reciclaje local. En 2017, la venta de unas 11 toneladas de desechos reciclables supusieron unos ingresos de 2.295 dólares que fueron a parar a la Dirección General del Sistema Penitenciario.

Otra parte del plástico se utiliza para transformarlo en materiales útiles como escobas o cubos de basura, mientras que aquel que no puede reciclarse, como son las bolsas y los envoltorios de caramelos o galletas se introduce en botellas de plástico de 1,5 litros hasta llenarlas. Con ellas, explica Renda, se construyen "ladrillos ecológicos que se emplearán para construcciones futuras" y que contienen 3 metros cuadrados de material plástico no reciclable.

Además, también existe una sección de artesanía con la que se tejen hamacas y sombreros con hilo elaborado con bolsas de plástico, se elaboran figuras con cartón moldeado y pintado que sirven de adorno o recuerdo y se transforman neumáticos en juegos para parques infantiles, como motos.

En cuanto a los residuos procedentes de las sobras de comida, también se recolecta y se procesa para convertirlo en abono orgánico. El procedimiento actual para producir compostaje se ve demorado porque se realiza a cielo abierto pero, con el apoyo del CICR, se está trabajando en la construcción de una galera para compostaje que reducirá de cinco meses a cinco semanas el tiempo, según Renda. El abono generado se usa en otro proyecto, Sembrando Paz, que cuenta con un vivero en el que se cultivan plantas de diverso tipo.

Reto de la continuidad tras la puesta en libertad

El principal reto es poder dar continuidad a lo aprendido por los reclusos en EcoSólidos cuando salen en libertad. "Ahora el reto es lograr reincorporar a los que salen libres para concluir el proceso de resocialización", subraya Ayón.

Por esta razón, explica, "existe Geo Azul, una iniciativa personal, orientada a ser una fundación, donde ofrecemos empleo para los privados (en fase de libertad vigilada o pre libertad), mientras logran readaptarse a la etapa de libertad".

Según Renda, se está trabajando con socios externos para que los reclusos puedan "continuar con la experiencia extra muros". "Un ejemplo positivo es la contratación de dos de los fundadores por instituciones que manejan programas ambientales y estos a su vez emplean a sus antiguos compañeros de prisión", resalta. (I)

Asimismo, según el responsable del CICR, el organismo y las autoridades están tratando de "acercar socios a EcoSólidos para crear un modelo de cooperación que permita generar ingresos para los trabajadores, quienes podrán tener acceso a estos una vez logren su libertad o que el dinero pueda ser usado por su familia".

"Para el CICR es importante consolidar este programa y fortalecerlo, ya que es una experiencia única para todos y no existen precedentes", asegura Renda, que confía que en un futuro, como desean las autoridades panameñas, EcoSólidos pueda replicarse en el resto de prisiones del país. (I)