Llegar a Tulipe es como entrar a la casa de los abuelos, donde da la sensación de que el tiempo se ha detenido. El centro ceremonial, con sus variadas estructuras, es algo así, como familiar, como parte del barrio, en medio de coloridas viviendas, de una escuela, de ríos, de una rica vegetación.

El museo de sitio Tulipe es joven en comparación con el barrio del que toma su nombre y que lo circunda. Su hallazgo se remonta a 1978 y 1979, mientras que el pueblo comenzó a instalarse por 1960. Una vez que ya existía la carretera que atraviesa el sector y durante la construcción de sus casas, los pobladores comenzaron a encontrar vestigios que llamaron la atención. Fue cuando pusieron alertas sobre ese sitio. Lo que vino después fue asombroso: los arqueólogos estaban frente a lo que sería un gran centro ceremonial para asuntos religiosos y científicos.

El Instituto Metropolitano de Patrimonio lo describe como “un santuario subtropical abierto al público donde se puede profundizar la historia de la nación de los yumbos, que plasmaron sus conocimientos de arquitectura y geometría en estructuras monumentales para honrar a sus dioses con ritos de purificación”.

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Mónica Nacevilla, guía de Tulipe, amplía esa explicación: “Las hipótesis señalan que el lugar era utilizado para ritos religiosos, ceremonias de iniciación y de purificación. Pero también hay una estructura circular que habría sido usada como espejo para mirar las estrellas y de esa manera los yumbos poder ubicarse en espacio y en tiempo”. Esto de la luna todavía se mantiene y existen campesinos que, según la fase lunar, cortan los árboles para que la madera salga de buena calidad y larga duración.

La función de estos espejos de agua también pudo haber sido astronómica-religiosa; los sacerdotes (chamanes) y sabios (yachaks) debieron observar particularmente el recorrido del sol y la luna, señala el Instituto y agrega que en los solsticios y equinoccios debieron llegar peregrinos de todas partes para celebrar los ritos de purificación, iniciación, fertilidad y agradecimiento a la exuberante madre tierra.

Las estructuras son aparentemente simples. Unas son cuadradas y sus paredes, de cerca de dos metros, son de piedra de río, con gradas de ingreso y espacios dedicados a los chamanes para dirigir sus ritos religiosos. Estas instalaciones tienen conexión con las demás para la distribución del agua que llegaba desde un reservorio.

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Reconocido en España
El Museo de Sitio Tulipe recibió el VII Premio Internacional Reina Sofía de Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural, categoría de patrimonio material. El reconocimiento fue firmado en Madrid, España, el 7 de marzo de 2012.

Premiado en Argentina
El Museo ganó el Primer Premio Gubbio Sección América Latina y el Caribe 2009 en reconocimiento al valor y la conservación del Centro Ceremonial Tulipe. (F)