Con pequeñas mochilas en la mano y sonriendo, niños migrantes fueron reunidos con sus padres el pasado martes, mientras el gobierno del presidente Donald Trump intentaba cumplir con el plazo ordenado por una corte para reunir a decenas de infantes que fueron separados a la fuerza de sus familias en la frontera de Estados Unidos con México.

En la ciudad de Grand Rapids, Michigan, dos niños y una niña que habían estado bajo custodia temporal se reunieron con sus padres hondureños tres meses después de haber sido separados.

Los tres padres estaban “abrazándolos y diciéndoles que todo estaba bien y que nunca más se volverían a separar”, dijo Abril Valdés, abogada de cuestiones de inmigración.

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Otros seguían en centros lejos de sus familias porque funcionarios del Gobierno incumplieron el plazo. A fines de junio pasado, un juez de San Diego dio al gobierno federal catorce días para reunir a niños de menos de 5 años con sus padres.

El Gobierno elaboró una lista de 102 candidatos a la reunificación, que quedó reducida a 75 nombres tras exámenes que incluyeron pruebas de ADN, de ellos 38 se esperaba que se reunieran con sus padres.

Otros 17 esperaban los resultados de pruebas de ADN. Letrados federales indicaron que en el caso de otros 20 niños se necesitaba más tiempo para ubicar a los padres, quienes ya fueron deportados o liberados.

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Expertos advirtieron que el uso de pruebas de AND para corroborar el parentesco de niños con sus padres plantea varios problemas éticos, entre ellos, el riesgo de dañar el núcleo familiar al revelar que un adulto que cree es el padre biológico realmente no lo es.

Las autoridades dijeron que las pruebas a 102 niños menores de 5 años revelaron cinco casos en los que los adultos que afirmaban ser sus padres no lo eran, incluidos dos en los que los resultados fueron una sorpresa para los adultos.

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El Gobierno enfrenta un segundo plazo, el 26 de julio, para reunir a unos 2.000 niños mayores de 5 años que también fueron alejados de su familia.

“Le pido a Dios que esté en mis brazos lo más pronto posible”, dijo sin poder contener el llanto el guatemalteco Hermelindo Che Coc, de 31 años, en Texas, en donde fue detenido en mayo pasado, mientras a su hijo Jefferson, de 6 años, lo llevaron a un centro de detención en Nueva York, publicó univision.com. “Sin mi hijo no estoy feliz”, clamó. (I)