La canciller Angela Merkel logró salvar in extremis su gobierno alemán, al alcanzar un compromiso con su ministro del Interior para reducir el número de solicitantes de asilo.

El pacto prevé la instalación de “centros de tránsito” en la frontera entre Alemania y Austria para instalar a solicitantes de asilo que ya estuvieran registrados en otro Estado europeo, a la espera de expulsión.

Esta cuestión era el núcleo del conflicto que oponía a Merkel, jefa del Gobierno, con su ministro Horst Seehofer, dirigente de la formación conservadora bávara CSU y que amenazaba con hacer estallar la débil coalición gubernamental.

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Hasta ahora, los migrantes que solicitan asilo al llegar a Alemania eran repartidos por todo el país hasta que se examinaran sus casos. El nuevo acuerdo pone fin a la tradicionalmente generosa política de acogida de migrantes en Alemania.

El conflicto entre Seehofer y Merkel se prolonga de forma casi permanente desde 2015, cuando la jefa del Gobierno alemán decidió abrir las fronteras a cientos de miles de candidatos al estatuto de asilado. (I)