La esperada declaración del sacerdote César Cordero ante la Fiscalía del Azuay por el presunto delito de violación no duró más de quince minutos.

Desde el pabellón de cuidados intermedios del hospital Universitario católico y en compañía de sus abogados, el religioso dio su versión sobre la acusación de violación a niños que se le imputa.

La entrada al hospital estuvo resguardada por policías y guardias privados . Uno de ellos portaba sobre el hombro derecho una cámara tipo GoPro con la que filmaba todo lo que acontecía a su alrededor.

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En la entrada de la calle Manuel Vega se encontraban varios agentes de la Policía Judicial vestidos de civil. En los alrededores de la puerta de la calle Pío Bravo se generó un movimiento de transeúntes y estudiantes de la Universidad Católica y se agolparon a preguntar qué sucedía.

La diligencia fue reservada. Cerca de las 10:15, la secretaria de la fiscal Fernanda Aguirre se retiró del sitio de manera disimulada. Caminó por la acera de enfrente confundida entre los peatones y apresuradamente se subió al auto oficial de color verde que estaba estacionado una cuadra más abajo.

David Palacios, abogado defensor y familiar de una de las víctimas, dijo que notó coherencia y lucidez en el sacerdote cuando se refirió a quienes participaron del encuentro. Lo que sí fue evidente eran los problemas físicos, propios de una persona de 91 años, dijo.

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El abogado señaló que aunque fue un paso legal importante, lamentó que el contenido “no aporta en nada” a la investigación. Esto porque según contó, legalmente el procesado habla sin estar bajo juramento y no hay manera de que se le obligue a dar detalles necesarios para aclarar la investigación.

En horas de la tarde se tomó la versión a una víctima y el siguiente paso, según Palacios, serán peritajes psicológicos.

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Esta declaración forma parte de la investigación judicial reservada y se desarrolla en paralelo a otra eclesiástica en la Arquidiócesis de la que aún no hay resultados. (I)