De los 3.000 soldados republicanos que pelearon en Pichincha, 200 no regresaron vivos del campo de batalla. Uno de los batallones de aquella jornada, el Yaguachi, aportó la sangre del soldado más emblemático de la historia militar del país: el teniente Abdón Calderón.

Varios de los 260 reclutas del Yaguachi que aquel día pelearon en Pichincha estuvieron a la par de la valentía y arrojo de su compañero Calderón, aunque según el escalafón social de la época estaban ubicados muy por debajo de él: eran esclavos, y uno de ellos se llamaba Fermín Padilla.

Los esclavos en la independencia

La práctica de comprar y vender a otros seres humanos data desde el establecimiento de las primeras civilizaciones. En América del Sur los incas tomaron la costumbre de convertir en esclavos a sus prisioneros de guerra, pero aquello se dio casi al final de su imperio. La verdadera institución del comercio de seres humanos en nuestro continente se dio con la llegada de los españoles y duró más de 300 años.

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A finales del siglo 18, en la Real Audiencia de Quito existían cerca de 5.000 seres humanos en condición de esclavitud, y a 20 años de la independencia, siendo el Ecuador ya una república, la cifra solo se había reducido en un 25% (1).

La retórica libertaria de la independencia no acabó con la esclavitud pero produjo algunos cambios. Según el cálculo de la autora Nuria Sales de Bohigas, cerca del 30% de los reclutas en territorio ecuatoriano durante la época de la independencia eran esclavos (2), muchos de los cuales combatieron con permiso de sus amos.

El enemigo también los reclutó para sus ejércitos. En los meses previos al 24 de mayo de 1822, los esclavos eran requisados por los españoles para la defensa del bastión realista de Quito. Es aquí donde Fermín Padilla entra en escena.

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Hacia el Pichincha: la aventura de Padilla

Padilla era esclavo de Felipe Carcelén, Marqués de Solanda. Servía a su amo en Quito, pero según leemos en su testimonio (3), a causa del reclutamiento forzoso que los realistas emprendían en la capital "por adhesión y amor a la patria le pedí me mandara fuera de la ciudad, para liberarme de las garras de los españoles". Padilla fue enviado a una propiedad de su dueño ubicada en Quisinche, cerca de Latacunga.

Precisamente en esa época la región de Latacunga se hallaba conmovida por las fabulosas correrías de una guerrilla patriota dirigida por el comandante Cayetano Cestari. Los guerrilleros de Cestari atacaban de sobresalto a las guarniciones realistas de la zona y decomisaban los correos cruzados entre los cuarteles españoles de Quito y Riobamba. Cestari derrotó a todos los piquetes realistas que fueron enviados a destruirlo.

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Seguramente Padilla oyó en Quisinche sobre las hazañas de la famosa guerrilla. El esclavo se lanzó a la aventura patriótica, uniéndose a la partida de Cestari.

Es posible que al principio, debido a su nula experiencia militar, Padilla no participara directamente en acciones de guerra sino más bien como auxiliar o guía dentro de la guerrilla. Pero pronto debió recibir entrenamiento, ya que para él —y para el resto de los reclutas guerrilleros— se acercaba el día de su bautismo de fuego.

Este llegó el 5 de mayo de 1822. Aquel día Cestari se presentó con su guerrilla en la zona de Tambillo (al sur de Quito). El esclavo Padilla y sus 500 compañeros guerrilleros tenían la misión de despejar las defensas españolas en el paso de Jalupana para que el ejército de Sucre, estacionado en Latacunga, pudiera avanzar hacia Quito.

El valiente intento de los guerrilleros terminó en fracaso: fueron derrotados por 400 soldados del cuerpo élite de los españoles, los Tiradores de Cádiz. Cerca de 80 guerrilleros murieron y una gran cantidad fueron capturados (4).

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Padilla sobrevivió, evadió a los captores realistas y se refugió en Pujilí.

El esclavo había experimentado el sabor de la derrota; al menos le consolaba saber asegurada su libertad, pues al parecer su amo no había indagado por él.

Pero la cadena de la esclavitud no estaba rota...

Padilla no había renunciado a la aventura militar: decide alcanzar a la división republicana de Sucre en su avance hacia Quito, y lo logra. El esclavo es admitido como combatiente en la Primera Compañía de Granaderos del Batallón Yaguachi. El propio Padilla cuenta que, adscrito a esa unidad, asistió “al sangriento combate de Pichincha peleando con valor y entusiasmo, hasta haber logrado el famoso triunfo que nos ha acarreado una inmortal felicidad”.

Pero al contrario de lo que creía Padilla, su amo no lo había olvidado: el Marqués de Solanda reclama por su esclavo. Padilla, reciente héroe del Pichincha, es conducido a golpes a la presencia de su dueño.

El amo exigía que su esclavo pague él mismo el precio de su libertad (un esclavo fuerte y saludable podía costar entre 400 y 500 pesos de la época, una pequeña fortuna).

Ante tal situación, Fermín Padilla elevó una solicitud al Libertador Simón Bolívar en los siguientes términos:

"(...) por esto me dirijo a las plantas de Vuestra Excelencia para que, mirándome con el amor paternal que acostumbra se digne deliberar de mi persona como mejor hallare por conveniente, en el concepto de que mi adhesión a la patria no dejará de hacer imprecación en el corazón de Vuestra Excelencia para que me proteja en el mismo grado, que le ha hecho según estoy impuesto con otros muchísimos de mi clase, que existen en los Batallones de Colombia; y librarme de los vejámenes que indubitablemente querrá hacerme mi amo por esta causa. Así lo espero conseguir de la bondad de V.E. este humilde rendido a los pies de V.E.".

Sobre el desenlace de la historia de Padilla, los autores Alfredo y Dolores Costales Peñaherrera escribieron “No se sabe si Bolívar atendió la petición del esclavo Padilla que había pasado innúmeros trabajos y peligros por causa de la república; pero, si la patria por la que luchó no reconoció sus méritos en esos momentos, ha pasado en el presente a constar entre sus hijos beneméritos” (5).

Al Igual que Padilla, Pedro Franco, Alejandro Campusano y muchos otros esclavos tuvieron que defender su derecho a ser libres en los tribunales, pese a haber servido a la patria en las campañas que dieron inicio a la vida republicana de lo que hoy llamamos Ecuador. (I)

Notas:

(1) Beyond Slavery: The Multilayered Legacy of Africans in Latin America and the Caribbean (2006), por Darién J. Davis (editor), página 53.

(2) Sobre esclavos, reclutas y mercaderes de quintos, por Núria Sales de Bohigas (Editorial Ariel, 1974), página 102.

(3) Testimonio incluido en la solicitud que el propio Padilla elevó al Libertador el 19 de junio de 1822, en Quito. El manuscrito original está en el Archivo Nacional del Ecuador en Quito, Fondo Especial, caja 240, volúmen 5, folio 106.

(4) Los datos de la guerrilla están tomados de la obra de próxima publicación titulada Cayetano Cestari, guerrillero de Sucre, por Necker Franco y Gabriel Fandiño.

(5) Insurgentes y realistas. La revolución y la contrarrevolución quiteñas. 1809-1822, por Alfredo Costales Samaniego y Dolores Costales Peñaherrera (Fonsal, Quito, 2008), página 147.