Víctimas chilenas de abusos sexuales de un sacerdote dijeron este miércoles que manifestaron sus quejas ante el papa Francisco por el "ejercicio patológico e ilimitado del poder" al interior de la Iglesia Católica, que permitió un encubrimiento del escándalo.

En un comunicado conjunto, tres víctimas, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, dijeron que durante cuatro días de reuniones privadas en Roma el pontífice les pidió perdón por no haber abordado antes sus denuncias con seriedad.

"Durante casi 10 años hemos sido tratados como enemigos, porque luchamos en contra del abuso sexual y el encubrimiento. Estos días conocimos un rostro amigable de la Iglesia, totalmente distinto al que conocimos antes", dijo la declaración.

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"Conversamos acerca del ejercicio patológico e ilimitado del poder que es piedra angular del abuso sexual y del encubrimiento. Le expresamos que la Iglesia tiene el deber de transformarse en aliada y guía en el mundo respecto de la lucha contra el abuso y de ser refugio para las víctimas, cosa que hoy no ocurre", agregó.

En un giro dramático a su posición, el papa Francisco reconoció el mes pasado que se habían cometido "graves errores" en el manejo del escándalo de abusos sexuales en Chile y dijo que se avergonzaba por lo ocurrido.

Su declaración ocurre tras una investigación del Vaticano sobre las acciones del obispo Juan Barros, quien fue investido por el Papa en 2015 pese a las acusaciones de que encubrió los abusos sexuales de menores por parte de su mentor, el padre Fernando Karadima.

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El miércoles, los tres hombres dijeron que el papa se había mostrado "muy atento, receptivo y empático con nuestra causa".

En el comunicado, describieron los abusos sexuales como "una epidemia que destruyó miles de vidas" y dijeron que habían hablado con Francisco de manera "franca y respetuosa (...) especialmente sobre el encubrimiento de los obispos chilenos". (I)