La llaman un símbolo del terror. Los incontables civiles que ingresaron a la cárcel El Chipote no volvieron a salir, unos fueron fusilados, otros torturados o desaparecieron. Ocurrió durante los 43 años de la dictadura de la familia Somoza, que se aferró al poder bajo un régimen represivo y sangriento que dejó miles de muertos.

Fue en El Chipote donde el actual presidente Daniel Ortega fue torturado en 1967, junto a miembros del Frente Sandinista que buscaba derrocar al somocismo. Más 50 años después, en esta misma prisión, ahora con el nombre Dirección de Auxilio Judicial, las fuerzas de Ortega han torturado a decenas de estudiantes que participaron en las recientes protestas, denuncian activistas.

“Ortega es como Somoza, son la misma cosa”, dice Sergio Medrano, un exguerrillero sandinista de 59 años, quien afirma que él luchó contra la antigua dinastía “por una vida mejor y para vivir en libertad”.

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La frase, que se viralizó en las protestas, afloraba el sentir del hartazgo entre los nicaragüenses, ya no solo por las polémicas reformas a la seguridad social que desataron las movilizaciones, sino también contra la corrupción, el abuso de poder o la falta de libertades, los mismos motivos por los que Ortega luchó contra los Somoza.

Anastasio Somoza García, el primero de la dinastía, estructuró el control del poder con la presencia de su familia en cargos públicos, el pacto con empresarios y élites económicas y una represión brutal de la llamada oposición ilegal, refiere María Dolores Ferrer en el libro La Nicaragua de los Somoza.

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El poder de los Somoza también se mantuvo por la expropiación de tierras, hasta el 20 % del territorio nicaragüense. El clan de los Somoza fue pionero en el manejo de la propaganda, indica Ferrer.

Esos pilares que sostenían el poder de los Somoza también apuntalaron al de los Ortega, que tuvieron el respaldo de la Iglesia católica y los empresarios, con quienes logró una alianza con el Consejo Superior de la Empresa Privada de Nicaragua. “Ortega podía operar con los más de $ 600 millones anuales de ayuda venezolana que le permitían darle al sector privado concesiones y contratos, dice a bbcmundo.com Félix Maradiaga, director del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas.

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La cooperación venezolana desde 2007 suma más de $4.000 millones, con los cuales también Ortega desarrolló planes de ayuda y logró el control de las zonas más pobres.

Las polémicas reformas al sistema de la seguridad social fueron solo “la gota que derramó el vaso”, refiere Maradiaga al agregar que ya había una indignación acumulada que iba creciendo contra la administración del Gobierno.

La Iglesia católica que se ha mantenido cercana o poco crítica a los Ortega se ha distanciado y hay más obispos críticos a la gestión del Gobierno.

Ortega, quien tiene unos 23 asesores, mantiene el control sobre el Ejército y Policía, acusada de cientos de torturas y violaciones a los derechos humanos, denunciados por el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).

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Pero su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, es considerada el poder detrás de Ortega, es quien dirige la nación, la que toma decisiones u ordena no dar declaraciones a la prensa independiente. Ella es la administradora de la maquinaria del Gobierno, alcaldías, medios de comunicación y las iglesias; controla los temidos Consejos del Poder Ciudadano, el Frente Sandinista en barrios y dirige las políticas gubernamentales de impacto político y social, registra confidencial.com.ni.

Murillo ha sido acusada de hacer “un lanzamiento oficial de la represión”, y que la Juventud Sandinista detenga cualquier intento” de protesta.

Para el escritor Sergio Ramírez, el de los Ortega es un régimen familiar basado en la lealtad familiar. El mandatario no cree en la alternabilidad del poder y cree que lo mejor es el partido único, refiere el ex vicepresidente que fue expulsado del Frente Sandinista en 1995 por atreverse a disputarle el poder a Ortega. “Ha ido sumando poderes a través de la corrupción, la compra de voluntades, la sumisión y hasta el temor”, dijo Ramírez a bbcmundo.com en 2016 cuando Ortega ganó la reelección para un tercer mandato consecutivo.

“La pareja presidencial tiene el control de todo: de los poderes del Estado, del Ejército, de la Policía. Hay gente que dice que tienen incluso más poder que Somoza”, opina Carlos Fernando Chamorro, quien como director del diario oficial del FSLN trabajó muy de cerca con Ortega de 1979 a 1990.

Ahora, los Ortega enfrentan denuncias por la muerte de 34 jóvenes en las protestas que continúan y mantienen en vilo al país; les exigen que se vayan, pero también la Juventud Sandinista ha llamado a protestar para defenderlos.

 

(I)