Involucrar a los jóvenes en la empresa familiar es un tema complejo. Está ligado a los intereses y preparación de quien heredará la responsabilidad de manejar el negocio, lo que se torna preocupante cuando se revisan estadísticas mundiales respecto a la supervivencia de tales firmas que en Ecuador representan el 90,5% del tejido empresarial legal.

Las cifras del país son parte del análisis del Centro de Investigaciones y de la Unidad de Estudios y Desarrollo de Empresas Familiares de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, en alianza con el Instituto de Empresas Familiares de España y el Banco del Pacífico.

¿Cómo deben enfrentar la sucesión generacional las empresas para no ser parte del 70% de las compañías del planeta que desaparecen tras la muerte de su fundador? ¿A qué edad debe integrarse a los jóvenes de la familia? Andrés Briones, director regional de Fedexpor, consultor y miembro de la Asociación de Jóvenes Empresarios del Ecuador, considera que los hijos de una familia que posee una compañía deben involucrarse desde la etapa universitaria, porque a la vez que van incorporando conocimientos se empapan del funcionamiento de la empresa.

Publicidad

Recomienda la rotación interna para tener dominio global de la estructura y operaciones, de manera que el joven desarrolle habilidades propias y su perfil crezca de acuerdo a ello.

Miguel Ángel Echarte Fernández, catedrático y máster en banca y economía, señala que es un proceso que lleva tiempo y requiere de una planificación detallada que establezca los objetivos de la empresa y asigne correctamente las responsabilidades.

Echarte dice que una forma de involucrar a los jóvenes (de entre 18 y 35 años) y futuros accionistas de la empresa es crear un Comité Júnior, una herramienta efectiva en empresas grandes del exterior. Explica que en el comité se establecen objetivos y se realizan actividades vinculadas al negocio.

Publicidad

El español Ricard Agustín, hijo y nieto de empresarios, en su blog Reflexiones sobre la empresa familiar, anota que el Comité Júnior ayudará al desarrollo y aprendizaje de la generación que en un futuro será la encargada de tomar las riendas, aunque reconoce que no son muchas las empresas que lo han incorporado.

Briones añade que “en Ecuador no hay formalmente un Comité Júnior, lo que hay es una relación muy informal en donde después de graduarse se invita al joven a que comience a familiarizarse con los procesos. Son pocas las empresas que tienen ya protocolos de sucesión familiar”.

Publicidad

A su juicio la creación de protocolos permite alinear un nuevo staff de personas técnicas, altamente profesionales para tomar las riendas del negocio y la familia y ser parte de un consejo de directorio que exige y pide cuentas a la administración de la empresa.

Para elevar los niveles de productividad es importante el aporte que puede hacer, también con su preparación particular estudiantil, agrega.

Echarte sostiene que lo más importante es que el sucesor esté involucrado y motivado con su función como empresario y que más que estudiar una carrera de grado ligada se forme de manera especializada mediante cursos o alguna maestría. (I)

Carla Pinto, apoderada especial de Pinto
Con los zapatos en una empresa manejada por la 4ª generación

Publicidad

El trabajo en una empresa familiar no es de ocho a cinco. Así lo asegura Carla Pinto, apoderada especial de la firma Pinto en Ecuador. La compañía tiene 105 años. Fue constituida en 1913 y hoy está en manos de la cuarta generación.

“Se trabaja de lunes a domingo y uno como hijo lo vive”, sostiene la ejecutiva que estudió Ética, Política y Economía pensando en trabajar en el sector público, al que incorporó pero renunció pronto al darse cuenta de que todo funcionaba lento, dice.

“Nunca pensé que iba a hacer mi carrera profesional en la empresa, nunca enfoqué mis estudios a eso, pero ya trabajo formalmente aquí desde el año 2006”, cuenta. Sin embargo, recuerda que aún ‘chica’ la llevaban a trabajar los fines de semana y en temporada alta a doblar prendas. Ahora tiene estudios de cuarto nivel para desenvolverse mejor en la empresa que señala “es más lo mío”. (I)

Andrés Briones, ejecutivo de FTS Consorcio Directo
Permanecen en el tiempo las que invierten en los jóvenes

Las empresas familiares que logran permanecer en el tiempo son aquellas que han invertido en los jóvenes, que los han preparado para que al momento de tomar las riendas lleguen con experiencia y estén en capacidad de incorporar nuevas herramientas y conocimiento en las administraciones, dice Andrés Briones desde su experiencia en FTS Consorcio Directo, firma familiar de asistencia en importaciones y exportaciones que tiene cinco años en el mercado.

Hace dos años Briones se incorporó al negocio y confiesa que no le fue sencillo. “Faltó mayor empoderamiento de las personas que estaban dirigiendo la compañía hacia mí y el negocio. Eso en términos de tiempo sí demoró y costó que yo comprendiera todas las operaciones, porque después de graduarme recién me comencé a involucrar y no sabía en qué área o dentro de qué proceso podría aportar más”. (I)

Julián Ocampo, ejecutivo de Babalú
La experiencia del trabajo se transformó en una compañía

En el 2005 nace Babalú en Ecuador y hoy también funciona en Colombia. Es una empresa familiar que arrancó con un almacén de ropa y talleres de confección y se expandió con venta por catálogo.

Julián Ocampo cuenta que entre los 13 y 14 años él y sus hermanos fueron involucrados en los negocios de su familia materna en Colombia y cuando su padre les propuso migrar a Ecuador, tenían la idea clara de que emprenderían en la línea de ropa. Su hermana había trabajado con su tía en una fábrica y su hermano mayor y él en almacenes.

Añade que la casualidad los llevó a carreras afines. La hermana es auditora y el esposo administrador, el hermano se especializa en producción y él es diseñador gráfico, por lo que su área son los catálogos y publicidad, pero en el 2012 se hizo cargo del negocio y la familia fue a instalar Babalú en Colombia. Su hermana retornó hace poco. (I)