Pedir los libros en combo de una misma editorial no necesariamente debe ser la norma a seguir por los planteles particulares, que tienen la libertad de escoger los textos con los que se trabajará en cada año lectivo, según los psicopedagogos de Guayaquil.

Las innovaciones curriculares aplicadas desde el 2008 han derivado en que los libros de las distintas editoriales se vendan por lo general en combo, incluyendo cada una de las áreas específicas del aprendizaje.

La educadora Patricia Zeas considera que los miembros de un plantel particular deben participar en la elección de los textos escolares. Desde los directivos hasta los coordinadores y maestros. “El profesor puede sugerir argumentando por qué ha escogido tal editorial o texto, porque puede haber casos en los que dos libros de una editorial sirvan, pero no necesariamente todos en combo”, manifiesta.

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El libro, además, hoy es una de las herramientas porque hay fuentes diversas en internet que también deben incluirse, afirma Zeas. Por ejemplo, el uso del famoso Álgebra de Baldor, que antaño se heredaba, no es malo, dice, pero los maestros actualmente tienen otras herramientas virtuales que pueden enriquecer y acercar más a la realidad la aplicación de todo lo que en el pasado se hacía de forma mecánica.

Zeas admite que pueden darse casos de libros que son pedidos y no usados o que no se permite que se hereden. “Eso es una irresponsabilidad del profesor o del colegio, no debe suceder porque hay que considerar la economía... Si un directivo trabaja de cerca con el profesor, no se dan exageraciones en los pedidos que hace onerosa la lista”, afirma.

La psicopedagoga Gina Portaluppi considera que los libros deben ser escogidos independientemente de la editorial según la necesidad del estudiante, con criterios pedagógicos y no comerciales: “He tenido alumnos que terminan con los libros casi sin uso”.

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En el caso de la educación privada, la elección de los libros que se usarán, dice Portaluppi, debería depender del maestro, luego de una semana de clases. “Después de definir qué adaptaciones curriculares va a necesitar según el tipo de alumnos que le ha tocado. Hace unos años era el profesor quien hacía la lista de útiles, ahora es el colegio, la secretaría”, comenta.

Desde el 2008, el Ministerio de Educación provee de forma gratuita los textos a los estudiantes de las instituciones fiscales y fiscomisionales del país. En ese entonces, la impresión se hacía en convenio con algunos gobiernos provinciales. En tanto que los planteles particulares tienen la libertad de trabajar con cualquiera de los libros aprobados por esa cartera.

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Los que hoy están en el mercado pasan por un proceso que incluye la evaluación por parte de siete universidades acreditadas. Las editoriales son las que tienen que pagar por estas revisiones en las que la calificación mínima es 75/100, para que los textos pasen al proceso de reedición en el que se atienden las sugerencias, según Soledad Jarrín, directora editorial de Santillana.

“La propuesta curricular que el Ecuador tiene es por habilidades, eso obliga a que las actividades que se diseñen sean para alcanzar una destreza y no un contenido”, afirma Jarrín.

Si el libro es calificado con un puntaje menor a 75, agrega, pues tiene que rehacerse. Con la aprobación del Ministerio de Educación ya pueden circular y ser comercializados.

La obligación de tener aulas inclusivas con alumnos con discapacidad y con problemas de aprendizaje requiere adaptaciones curriculares, por lo que la lista de libros debe ser flexible, dice Portaluppi: “Podrían ser hasta diferentes textos dentro de la misma aula. El otro día la madre de un niño con síndrome de Down estaba contenta porque incluyeron a su hijo en un colegio regular, pero en la lista de útiles le piden diccionario, libro de inglés, todo igual que los otros”.

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Un criterio similar tiene el jefe de Psicopedagogía del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, George Ronquillo, quien afirma que hoy los libros se comercializan desde la perspectiva del marketing. “La metodología ha cambiado. Los libros hoy incluyen contenido online y vienen de forma más objetiva para que ya no puedan ser reutilizados con ejercicios que el alumno debe realizar en el mismo texto”. (I)

Tengo dos hijos seguidos, el uno en quinto y el otro en tercero, pero no nos permiten que el último use los libros del hermano porque cada año piden nuevos textos”.Stalyn Duque, De 34 años