El descabezamiento del movimiento independentista catalán, con sus líderes encarcelados o fuera del país, dejó un vacío de poder que los militantes más radicales aprovechan para intensificar sus acciones de protesta con cortes de vías o enfrentamientos con la policía.

La acción judicial, encarcelando a líderes independentistas y reclamando la extradición de otros seis, “genera incentivos a la vía dura” del separatismo, explica Berta Barbet, investigadora política de la Universidad Autónoma de Barcelona.

“Como el conflicto es cada vez más crudo y la división social más grande, el peligro de radicalización es cada vez más claro”, advierte.

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“Aunque no creo que se acabe radicalizando del todo”, dice, descartando un retorno de la violencia armada a España como en tiempos del grupo separatista vasco ETA, responsable de 829 muertes.

Después de años de manifestaciones pacíficas en la región, las protestas por la detención del expresidente Carles Puigdemont en Alemania desencadenaron el pasado domingo choques entre policías e independentistas que dejaron un centenar de heridos.

En Barcelona, el intento de ocupar la delegación del Gobierno español culminó con fuertes cargas policiales, rostros ensangrentados, lanzamientos de botellas y huevos.

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Y pese a los llamados a la calma de algunos dirigentes, estas protestas convocadas por grupos radicales llamados Comités de Defensa de la República, que cuentan con miles de militantes, continúan.

“La primavera catalana ha estallado”, señalaron en un comunicado, evocando el ciclo de protestas surgidas en los países árabes en 2011.

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“Hemos superado un punto de no retorno (...). Nos reapropiaremos de las calles y pararemos el país”, añadieron llamando a una huelga general.

Los grupos cortaron decenas de carreteras por toda Cataluña, provocaron el cierre de lugares turísticos como la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona o bloquearon la conexión ferroviaria de alta velocidad en dirección a Madrid y Francia.

Anoche centenares de personas seguían en las protestas.

La acción judicial “hace que el movimiento social se active de nuevo en las calles, se refuerce y se tense más”, alerta Jordi Amat, autor de ensayos sobre el proceso separatista.

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Según él, el fracaso de la vía de ruptura unilateral, que terminó con la intervención de la autonomía catalana y el procesamiento de sus líderes, modificó la estrategia separatista.

Si hasta entonces buscaba “acumular legitimidad” a nivel internacional, ahora “la única estrategia que puede utilizar es la desestabilización” del Estado español, explica.

1 de octubre se realizó un polémico referendo separatista en Cataluña que desató fuertes protestas. (I)