Según el 2018 Edelman Trust Barometer, las noticias pierden credibilidad pero periodistas, líderes de opinión, analistas y expertos no.

Estamos frente a un cambio de paradigma en el ecosistema de la verdad.

Ya no son nuestros pares quienes gozan de credibilidad. Lo sabe Zuckerberg al cambiar nuevamente el algoritmo de su plataforma Facebook. Esto es importante cuando el 92% de las decisiones de compra dependen de recomendaciones de pares según un artículo de HBR.

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Es la primera razón para ponerlo en papel. Cuando los hechos están en un medio tradicional, difundidas por un profesional o comentadas por un especialista, tienen una firma de responsabilidad que le asigna un nivel de credibilidad superior al de su grupo de whatsApp. Si bien los hechos por sí no son persuasivos, la fuente y el contexto lo son.

¿Segunda razón de ponerlo en papel?

Si escribo 180 palabras distintas y aleatorias en una hoja de papel y le doy 30 segundos para memorizar la secuencia, usted ¿podrá recordar menos del 40% de ellas? No se preocupe, están impresas en el papel.

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Es más fácil enfocarse en un contenido cuando está en un libro, un diario o una agenda. Es biológicamente más fácil concentrarse en cosas concretas, que existen en un mundo físico. Los contenidos virtuales, en esencia, pertenecen al mundo de los fenómenos psíquicos. Existen en el mundo de lo abstracto –como una nación, una religión, una marca o una ideología– que tiene una capacidad limitada de almacenamiento en su mente.

Cuando usted tiene una idea, esta permanecerá en su memoria de corto plazo hasta 30 segundos, al menos que decida hacer algo con ella. Como dice sir Richard Branson: si no lo pone por escrito, sus ideas se van a perder.

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¿Tercera razón?

80% de las motivaciones humanas son visuales. Es más fácil concentrarse en un problema o comprometerse con un resultado cuando está por escrito. Piense en una ecuación matemática o sus objetivos para el 2018. Lograr los resultados es más fácil si puede verlos en una hoja y garabatear ideas y regresar unos días después a recordar la ruta.

Cuando los hechos están por escrito, se convierten en parte de la historia. (O)