En los últimos procesos electorales los candidatos descalificaron los medios tradicionales como sesgados e imprecisos. La verdad se polarizó. Y la reputación presumiblemente jugó un rol vital en el proceso que afecta a candidatos, ideologías, doctrinas religiosas, medios, preferencias individuales y marcas comerciales.

Según el 2018, Edelman Trust Barometer, los medios en el mundo se han convertido en instituciones poco creíbles. En Ecuador, no. Según un estudio realizado en Quito y Guayaquil hace unas semanas, el gobierno, la iglesia y los medios tradicionales aun conservan su credibilidad alta.

Según el reporte, la verdad es una preocupación global. 7 de cada 10 encuestados cree que fake news e información falsa son usadas como armas, 59% que es difícil diferenciar una noticia cierta de una falsa, y 75% que una persona promedio siquiera nota la diferencia.

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Thomas Gresham, banquero y comerciante inglés del siglo XVI, descubrió que cuando existían dos monedas en un mismo mercado, la gente tendía a conservar la moneda con valor estable y pagar con la mala. Producto de ello, la moneda mala sacaba de circulación a la moneda buena. Este efecto se bautizó como Ley Gresham.

En el ámbito de la información vivimos la Ley Gresham. Las fake news le ganan terreno a las noticias. Las redes sociales como canales para vehicular noticias, novedades y opinión le ganan terreno a los medios tradicionales. En este proceso, la reputación del medio se diluye; y la reputación del contenido también.

Es como si la reputación de la noticia difundida en redes dependiera de la reputación de Facebook, Instagram o Twitter. Y en WhatsApp, de la cantidad de gente en el grupo reenviándola. Y no importa si es de impacto económico, político, comercial, religioso, chisme de farándula, social o individual.

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De hecho, la reputación de cada uno depende de las redes. Gloria Origgi, filósofa italiana, sostiene que tenemos “dos egos, dos yo”. El primero es la propia sensación física y mental de ser uno mismo. El segundo, esa versión de uno que existe en el ámbito social. Esta última es la reputación; producto de nuestras acciones y de las opiniones –buenas o malas– que los demás tienen de nosotros.

¿La buena noticia? La credibilidad de los periodistas ha crecido. La de la opinión de expertos ha crecido. La de emprendedores exitosos, analistas financieros, expertos técnicos registra niveles favorables de 50% o más. Y todos ellos están en medios tradicionales. (O)