Paredes de caña y techos de zinc están sobre tierra lodosa, luego de que las lluvias que soportara Guayaquil la noche del miércoles 14 propiciaran la erosión de lomas del noroeste y aumentaran el cauce de los canales naturales. Así, el desborde de un zanja afectó a al menos ocho casas de la cooperativa Voluntad de Dios, en Monte Sinaí.

El canal conocido como Tres Bocas se desbordó y la corriente arrastró ramas y basura a lo largo de la avenida Casuarina. Un extremo de la zanja fue afectado también.

Esa noche se evacuaron al menos 350 personas que subían por la Casuarina en buses, tricimotos y carros particulares.

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La desesperación fue tal que a muchos no les importó subir entre la correntada y verificar sus viviendas.

Ante el temor de más deslizamientos de tierra y desbordamientos, unas doce familias salieron del sector a refugiarse a casas de allegados y amigos.

Personal de la Gobernación, Municipio y del consorcio Puerto Limpio participaron ayer de la limpieza del canal para evitar que en próximas lluvias se repita la escena.

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Carlos Macías, director de Gestión Social de la Gobernación, dijo que llegó maquinaria para ayudar a retirar desechos. “Creo que nadie ha dormido porque el cerro trajo toda esa palizada y los ductos de la tubería han colapsado. Otro problema son las casas que están muy al filo”, expresó.

Al sitio también llegó personal de la Secretaría de Gestión de Riesgos para hacer estudios. Servidores pidieron la colocación de un ducto cajón que permite la circulación de mayor cantidad de agua.

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Asimismo, en el sector La Ladrillera, entrando por la vía a Daule, el acceso era prácticamente imposible debido a enormes baches que había en esa vía principal.

Allí hubo una protesta de moradores y dirigentes de cinco buses que ingresan hasta la cooperativa Ciudad de Dios.

“Queremos vivir una vida digna. Seguimos en zozobra y con grandes dificultades para movilizarnos”, lamentó María Flores, de 70 años, quien llegó a protestar para que se mejore el estado de las vías.

Alexandra Alvarado salió con su hija de 10 años a protestar, ya que al no ingresar los buses les implica un problema en su economía. “Cada que llueve yo debo de pagar $ 1 o $ 0,25 más por cada miembro de mi familia para que avance lo que no puede avanzar el bus. Esto me sale al menos unos $ 6 diarios”, lamentó la mujer.

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Facundo León, dirigente de la línea 16, dijo que las carrocerías se están destruyendo por las piedras y señaló que no podrán ingresar a cooperativas de al fondo, ya que se quedan “varados”.

Junto a ellos estaba Nelson Rodríguez, dirigente de la cooperativa de tricimotos, que expresó que estas también se ven afectadas y que no podrán trabajar en esas vías.

Se ha virado una tricimoto, nos da miedo que haya un accidente grave y nos echen la culpa a nosotros que por prestar un servicio a la comunidad nos estamos arriesgando también.Nelson Rodríguez dirigente tricimoto

(I)