Con el puño elevado dos veces como signo de respaldo recibió Ricardo Rivera a su sobrino, el vicepresidente sin funciones Jorge Glas, cuando este ingresó escoltado a una sala a reventar de la Corte Nacional de Justicia, donde estaba por instalarse la audiencia de juicio por el delito de asociación ilícita.

Glas fue el último en ingresar de los nueve acusados llamados a juicio en grado de autores. Con un terno azul oscuro y una corbata celeste, él solo miraba serio desde el lado lejano y opuesto a su tío. En su rostro iban y venían episodios de meditación, sorpresa, risa...

El vicepresidente inesperadamente se levantaba para hablar con los medios que estaban a su espalda, muy cerca de su hermano Heriberto, quien permaneció en una de las primeras filas de la Sala. El menor de los Glas pedía que se transmita en vivo la audiencia para que el pueblo juzgue cómo actúan ciertos actores de justicia.

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La primera noticia que recibían Glas y su defensa, Eduardo Franco, era que las demandas de recusación contra la jueza Sylvia Sánchez y el conjuez y ponente del Tribunal, Édgar Flores, no eran parte del expediente y no podían ser tramitadas en ese momento. Al no haber impedimentos, Flores pedía constatar la presencia de los sujetos procesales e inició la diligencia, 36 minutos después de lo planificado: 09:21.

El fiscal general, Carlos Baca, abría la etapa de alegatos criticando que se siga recurriendo a la recusación para “entorpecer y retardar” el juicio. Franco le respondía alzando la voz que eso era mentira y pedía respeto. Glas, callado, solo escuchaba que en tono fuerte Baca decía que están ahí en una audiencia judicial y no en un mercado.

Rivera y Glas anotaban cada parte en las que Baca los relacionaba con el esquema de sobornos para facilitar que Odebrecht ganara concursos de cinco proyectos estratégicos y por lo que ambos habrían recibido $ 13,5 millones en efectivo y transferencias.

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El vicepresidente pedía la palabra, pero el conjuez Flores le decía que ya tendrá la oportunidad de “hablar lo que quiera”. Pese a ello, Glas habló y dejó constancia de que no buscan el proceso.

“Mi deseo es que ustedes (Tribunal) actúen en justicia con la rapidez del caso”. El comentario de Glas arrancó abucheos del público e incluso un grito de ‘corrupto’ que indignó al vicepresidente. El que formó binomio con Rafael Correa en tono bajo decía que le faltaron al respeto y pedía al juez que fuera retirada esa persona. Nadie fue sacado de la Sala.

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Magally Ruiz, de la Procuraduría, dijo que jurídicamente probarán que altos funcionarios y particulares se asociaron ilícitamente para cometer actos en contra de la administración pública. Aclaró que este caso es jurídico y no político.

Cuando Ruiz explicaba que de las empresas relacionadas con Odebrecht se hacían transferencias a offshores creadas o vinculadas con intermediarios que están procesados, mencionó a Glory Internacional, domiciliada en las Islas Marshall y relacionada con Glas y Rivera.

Entonces Glas paró lo que escribía y abrió los brazos como en gesto de desacuerdo. (I)

La renuncia a la soberanía no se puede permitir. Aquí estoy sometiéndome a un sistema de justicia donde algunos actores se están rindiendo al poder político.Jorge Glas, vicepresidente sin funciones