Aquí el amanecer es muy distinto al ruido de las grandes ciudades. A diferencia del bramido de los motores de los autos y buses, en el bosque que envuelve a la empresa de turismo comunitario Shandia, los colibríes, mariposas y hasta chicharras llegan a las ventanas de las cabañas y algunos turistas salen a deleitarse con su canto y vuelo. Las cabañas son construidas con bambú y paja, están rodeadas de plantas de canela, orquídeas, plátano, limón, guayaba. Gloria Shiguango, de 29 años, prepara los materiales para la chocoterapia, en un pequeño cuarto de paredes de madera con cuatro repisas donde guarda infinidad de frascos, una pequeña tina y una cama. La actividad empezó hace tres meses. A Sumic Andy le pone una mezcla de café con gel, en segundos retira este producto con una esponja y aplica chocolate natural en todo el rostro, luego cubre con hojas de cacao. En 15 minutos retira las hojas y limpia la cara con paños húmedos, y empieza un suave masaje por unos 10 minutos.

El objetivo es que los jóvenes se beneficien con ingresos económicos y ayuden a sus familias a pagar el colegio o la universidad, porque la política de la comunidad es que todos los jóvenes que trabajen en Shandia deben estar cursando el colegio o la universidad. “La idea es que a través de la educación vayamos mejorando las condiciones de vida de la gente”, dice Gerson Andy, presidente de la comunidad.

El centro dispone de trece puestos de trabajo, de ellos, tres son permanentes y se encargan de la administración, mientras que los otros son rotativos para dar oportunidad a más gente de la comunidad, compuesta por 90 familias, 370 habitantes, a 18 kilómetros de Tena, en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Llanganates.

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El alojamiento cuesta $ 28,50 incluye desayuno, y un paquete de

$ 80, un día y una noche, que incluye tres comidas, actividades culturales, como danza tradicional, visita a las chacras nativas, elaboración de chocolate artesanal, entre otras. (I)