Estrechó muchas manos, se sacó fotos, repartió arroz y lanzó rollos de papel: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó el martes Puerto Rico con la mira puesta en acallar las críticas por la demora en atender la crisis humanitaria en este territorio estadounidense arrasado por huracanes.

"Los vamos a ayudar", aseguró Trump a damnificados en Guaynabo, cerca de San Juan, capital de esta isla del Caribe de 3,4 millones de habitantes, a muchos de los cuales les lanzó rollos de papel, mientras muchos de ellos toman fotos del mandatario que visitó la isla 13 días después de la tragedia.

Casi dos semanas después de que el huracán María azotara Puerto Rico, solo 6,89% de la isla tiene electricidad, 22,54% de las torres de telecomunicaciones funcionan, 24% de los vuelos comerciales operan, en tanto persisten los problemas de distribución de agua y gasolina en medio de enormes daños a la infraestructura.

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Más de 9.000 personas aún viven en refugios, según cifras oficiales.

Trump, criticado incluso en su propio partido, quiere demostrar que el gobierno federal lidera los esfuerzos de reconstrucción, y sobre todo, quiere dejar claro que los puertorriqueños, que son ciudadanos estadounidenses, no han sido olvidados.

Su visita busca apaciguar la polémica con la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulin Cruz, quien días atrás declaró en televisión que la gente se estaba muriendo e hizo reiterados pedidos de ayuda al gobierno federal, a los que el mandatario replicó en Twitter reprochándole su "pobre capacidad de liderazgo".

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Alabanzas para gobernador

Aunque Trump le estrechó la mano a Cruz el martes, no dijo ni una palabra de su gestión, a pesar de que elogió al gobernador Roselló y a la comisionada residente de Puerto Rico en el Congreso estadounidense, Jennifer González Colón.

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"Él viene a un show mediático, a un espectáculo. Después de dos semanas es que se presenta", dijo a AFP Sonia Santiago, una jubilada de 62 años que estaba entre los pocos manifestantes frente al Centro de Convenciones de San Juan, donde el gobierno instaló sus operaciones.

La visita de Trump a Puerto Rico, que normalmente sería vista como una rutinaria muestra de empatía presidencial, ha adquirido un significado político desmesurado, pero está cuidadosamente organizada para evitar cualquier atisbo de protesta embarazosa.

El mandatario también tiene previsto reunirse con Kenneth Mapp, gobernador de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, otro territorio estadounidense en el Caribe destruido por María. (I)