El diagnóstico del guayaquileño Johnny Merchán fue mieloma múltiple. Había cumplido 50 años, le empezaron a doler los huesos y progresivamente perdió movilidad hasta depender de una silla de ruedas y de la asistencia de familiares. Un año después ha pasado por dos sesiones de quimioterapia para paliar el cáncer que afecta más la médula ósea.

Recibe tratamiento en la Sociedad de Lucha contra el Cáncer (Solca) y prevé someterse a un trasplante de médula para restablecerse de la enfermedad. Bella Maldonado, jefa de la Unidad de Trasplante, está convencida de que volverá a caminar sin mayor problema.

“Le pido a Dios que todo salga bien”, ruega el hombre, que se somete a exámenes médicos del caso y que conoce que las células que le ayudarán en su tratamiento las obtendrán de él, luego de un procedimiento especializado.

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La jefa de la Unidad de Trasplantes llama al proceso autólogo y sostiene que es recomendable para personas de más de 50 años por su menor impacto. Y agrega que si se tratase de un donante familiar del paciente, o no emparentado, el trasplante es alogénico.

Cuenta que al donante se le da medicamento para incentivar la producción de células sanas, que luego se le extrae esas células, que no se diezma las que tiene en el organismo. Llama a ser donantes y dice que hoy en algunos procedimientos basta extraer sangre.

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La Unidad cumple hoy 11 años de creación. Maldonado la dirige desde entonces, luego de ejecutar una tesis para su título de cuarto nivel. “Crecimos en el 2008”, menciona al aludir una repotenciación, que incidió en que a la fecha se hayan realizado 176 trasplantes, 78 autologos y 78 alogénicos. El resto, con células obtenidas de cordón umbilical.

Maldonado habla de tratamiento con dosis altas de quimioterapia antes de proceder con la aplicación de las células sanas (procesadas) en el organismo del paciente. Refiere que los procedimientos actuales prácticamente permiten desvincularse 10 años de la enfermedad. Antes era 2, cita.

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Jéssica Reyes espera la recuperación total de su hijo de 3 años, luego de un trasplante por un diagnóstico de tumor maligno. “Luchamos desde los nueve meses”, señala la mujer al recordar que cuando su niño tenía esa edad le detectaron un bulto en un testículo.

“A veces no quería comer, pasaba débil, pero ya está recuperándose”, menciona una esperanzada Jéssica, que prevé dejar Solca en pocos días. (I)