La primera ministra británica, Theresa May, pidió ayer unidad a su pueblo al iniciar una salida de la Unión Europea (UE) que tildó de irreversible y que pondrá a prueba las costuras europeas y británicas.

“Es un momento histórico sin vuelta atrás”, dijo May.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, le replicó casi de inmediato: “No hay razones para pretender que es un día feliz”, y la jefa de gobierno alemán, Angela Merkel, echó el primer jarro de agua fría al rechazar negociar un acuerdo de libre comercio al mismo tiempo que el divorcio, como May pidió en su carta.

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“Antes habrá que clarificar en las negociaciones cómo desligar las estrechas imbricaciones” entre la UE y el Reino Unido, dijo Merkel y con esta negativa envió un mensaje de confrontación a Londres.

Al término de dos años de negociaciones, la UE habrá perdido a un miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y potencia nuclear, y habrá ganado, a su pesar, un ejemplo que otros sentirán tentación de seguir.

‘¡Libertad!’, tituló el ferozmente antieuropeo Daily Mail, sobre una foto de May.

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‘El Reino Unido da un salto a lo desconocido’, titulaba, en el otro extremo, The Guardian, uno de los pocos que no ilustraron su portada con la foto de May, sino con un mapa de Europa en forma de rompecabezas al que le faltaban las piezas del país.

El costo de la salida
Los mandatarios europeos prevén establecer sus grandes líneas de negociación el próximo 29 de abril. Las negociaciones propiamente dichas empezarán a fines de mayo, principios de junio, y el primer cara a cara entre May y los líderes de los 27, el 22 de junio.

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La cuestión que protagonizará el inicio de las conversaciones será la factura a pagar por el Reino Unido, que se estima en unos $ 64.000 millones. (I)