Llegaron con sus hijos, padres, parejas y amigos para concluir una etapa que, por diversas causas, no culminaron en su momento: el bachillerato.

Muchos tuvieron sentimientos encontrados, alegría y tristeza a la vez, durante la ceremonia de graduación que se realizó la tarde del pasado jueves, en el colegio Americano, en el norte de Guayaquil.

Eran 77 los flamantes bachilleres de la sexta promoción del Centro de Educación de Adultos Robert Allan Reed del colegio Americano, que ahora emprenden nuevos retos en sus vidas, como los estudios universitarios, dijeron.

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Entre los graduados estuvieron Plácido Villamar Cortez, de 66 años; Ángel Paz Olea, de 61; Matziel Falcones Portugal, de 48, y Marjorie Baque, de 42 años. Ellos, al igual que el resto de sus compañeros, contaron que, pese a las distintas adversidades que se les presentaron, se dieron tiempo los sábados para ir a clases, de 08:00 a 14:30, y terminar la educación básica y el bachillerato.

“Siento una alegría, una emoción grande, un sueño hecho realidad (...). De a poco, paso a paso, fui logrando terminar la escuela y ahora el colegio. Ahora no tengo un trabajo fijo, pero espero conseguirlo (con el título de bachiller)”, dijo Matziel Falcones, de 48 años, quien tiene un 60% de discapacidad intelectual, según el carné del Conadis que mostró.

Para Matziel, Matemática fue la materia que se le dificultó un poco al momento de estudiar. Él iba a clases todos los sábados a pie o en su bicicleta. Su hogar, en La Prosperina, en el norte, quedaba cerca del colegio Americano, donde recibió clases en los últimos años.

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Ángel Paz Olea, de 61 años, quiere seguir ahora una carrera técnica, como Camarografía. Aunque estaba feliz por su graduación como bachiller, también se ponía triste a ratos, ya que no pudo cumplir uno de sus sueños: llevar a su mamá a su graduación, pues ella falleció hace dos meses.

“Antes yo bebía demasiado, era alcohólico, pero dejé de beber hace 22 años. Luego de eso me motivó mucho el seguir estudiando. Y aunque pasó mucho tiempo, siempre pensé que nunca era tarde para estudiar, y aquí estoy ahora”, contó Ángel, mientras sonreía con su título en las manos.

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“Cuatro de mis hijos (de cinco) son bachilleres y un día dije: por qué no puedo hacerlo yo, si este era mi sueño y siempre había motivado a la gente a no dejar de estudiar. Mi familia se siente orgulloso de mí”, indicó Plácido Villamar, de 66 años, quien trabaja como conductor en una institución pública.

Marjorie Baque, manabita de 42 años y madre soltera, decidió un día alternar su trabajo de venta de puerta a puerta con sus estudios. Siete años después se siente satisfecha por sus logros, como el haberse convertido en escolta de la bandera de Ecuador, con 9,80.

Ella espera ahora que la prueba Ser Bachiller 2017 le indique qué carrera seguirá. (I)

Cuando se tienen ganas de seguir adelante no importan los obstáculos ni las pruebas. Me siento feliz de haber alcanzado esta meta. Ahora quiero seguir la carrera que me toque”.Marjorie Baque, bachiller, 42 años