A raíz del reciente feriado de noviembre, donde los balnearios recibieron a miles de turistas como es el comportamiento social durante esos días, las malas costumbres y la falta de un verdadero y estricto control sanitario volvieron a notarse en el cuidado y control de las playas.

Las playas volvieron a constituirse en tierras de nadie, el desaseo, la falta de cuidado del medio ambiente y la contaminación del mar estuvieron a las órdenes de quienes desconocen de preservación.

Me refiero específicamente al sector de Chipipe del cantón Salinas en la provincia de Santa Elena, cuyas playas –y esta principalmente– merecen ser conservadas para cumplir lo que tanto dicen desde las más altas esferas, en beneficio del cuidado del medio ambiente y la no contaminación de las playas y sus entornos.

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Se ve que no hay autoridad que le importe y peor interese tales controles; que se conviertan estas playas en comedores públicos, servicios higiénicos, discotecas y dormitorios nocturnos, donde la bulla, polución y otros efectos deletéreos están a la vista y permisividad de quienes deben ejercer la ley y conciencia pública.

Esperamos una respuesta enérgica y puntual a estas inquietudes, ahora que estamos próximos a celebrar las fiestas de fin de año y de la temporada invernal, donde podamos contar con playas limpias, bien cuidadas, donde la basura y permanente caos sean desterrados para siempre, y no cuenten con permisividad oficial, como así ha sido durante estos últimos años. (O)

Antonio Martínez González, doctor en Medicina, Guayaquil