Sigo sosteniendo que esta administración del Magap en cuanto a diálogo con el sector bananero ha sido, por decir lo menos, dinámica. No se han podido superar todos los temas tratados por la instancia política que siempre está presente, más aún en época de elecciones. Estamos frente a la decisión del nuevo precio oficial, este tiene que ser real y su promulgación tiene que ser lo más rápido posible para poder firmar con los importadores los contratos para el próximo año.

Hay que tomar consideraciones externas como la debilidad del mercado, por consideraciones de temporada climática; el crecimiento de nuestros competidores; y, sobre todo, la situación económica mundial. Celebro que se esté hablando de precio oficial solo de la fruta, dejando el segmento FOB (materiales y gastos de exportación) a la negociación entre las partes. Celebro la proximidad de las negociaciones con la Comunidad Europea. Espero se considere el segmento de fluctuación de precios entre la temporada alta y baja; que no haya diferenciación de mercados, todos son iguales y, sobre todo lo más importante, que el valor final del nuevo precio sea competitivo, que si la autoridad tiene que definirlo por no haber consenso entre las partes, tome en consideración que la ineficiencia no se soluciona incrementando el valor oficial de la fruta, y que los mercados no reaccionan favorablemente a valores no competitivos, simplemente compran menos o nada porque no somos los únicos en el mercado.

Las consideraciones internas también son importantes, tal como las nuevas cargas impositivas de varias entidades ajenas al Magap, inclusive municipales; cargas laborales rígidas y en incremento; aumento de costos operativos como el de combustibles; exigencia de licencias internacionales costosas; lo que tiene que llevar a la eficiencia. No se puede compensar la baja productividad con un incremento de precio, porque el mercado no lo va a pagar.

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Me atrevería a decir que el negocio bananero se ha transformado en un negocio de alta productividad, si no se consigue, hay que mirar otros rumbos. Si el nuevo precio no está acorde al mercado, lo que va a pasar es que no se firmarán suficientes contratos con el exterior y el negocio seguirá incrementando la informalidad, y los “golondrinas” vendrán a comprar cuando les conviene y cuando no, no. Se presentará la crisis de precios que la tendrá que asumir el Estado, beneficiando a tarimas de políticos enquistados en la actividad y perjudicando al verdadero agricultor. (O)

Cecilio Jalil Morante, ingeniero agrónomo, Guayaquil