Una manta amarrada a un poste y un cerramiento sirven como techo para un grupo de diez jóvenes que en la esquina de la avenida Democracia y Roberto Gilbert, en La Atarazana, en el norte, aguardan el acuartelamiento militar que hoy se inicia de 07:00 a 18:00.

Los primeros de esa fila, que hasta ayer al mediodía sumaban unos 400, eran Pablo Robledo y John Anasi, quienes llegaron desde Quito. A ambos, de 21 años, no les importó reemplazar el frío del Valle de los Chillos por las horas de calor entre cartones, por seguir su sueño en la carrera militar.

“Leímos en internet que había 1.024 cupos y que en el anterior llamado unos que durmieron el día anterior al llamado no habían alcanzado cupo”, dijo Robledo sobre su arribo.

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Ellos se despidieron de sus familias de las que dijeron que se sentían orgullosos.

Hay quienes llegaron por rechazos en sus carreras universitarias o por desempleo. Desde las 07:00 del jueves, del Batallón del Suburbio llegó Kevin Macas buscando oportunidades laborales, al igual que José Moreira y Joel Molina, de Ventanas y Durán. “Quisiera sacar el papel (del acuartelamiento) para poder conseguir trabajo como guardia en una empresa, como un tío”, reconoció José, de 18 años, quien aspira a ser ingeniero en Sistemas.

Bajo intenso sol, muchos pasan el tiempo jugando a las cartas, se generan amistades como las de Aurora Cajamarca y Carmen Zambrano , quienes llegaron a acompañar a sus hijos. Yender, hijo de Carmen, había aplicado para enfermería pero no alcanzó el puntaje del Senesyct. “Sacó 600 en el puntaje, me parece que necesitaba 700, entonces no entró”, contó la madre, y dijo que se quedaría hasta que su hijo se acuartele.

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Hay los que desean seguir la carrera militar, como Mauricio Zambrano y Justin Quiñónez. “Ahí comenzamos a hacer instrucción militar, nos fuimos de campamento y me empezó a gustar el régimen”, contó Zambrano, recién graduado de la academia Naval Amazonas.

Y la fila seguía sumando, Rubén Bacusoy, de 19 años, arribó de Cascol (Manabí), a las 15:00 de ayer, para alcanzar cupo en su segunda oportunidad. “La otra vez llegué tarde”, dijo.(I)