A pesar de que algunos diarios, como EL UNIVERSO y Expreso, han llamado la atención sobre el hecho de que el Ecuador se está dejando envolver en la campaña electoral de Estados Unidos, ninguna explicación ha dado el Gobierno del Ecuador sobre lo ocurrido, hasta la fecha de escribir estas líneas. Es el caso que, usando y abusando del asilo que le ha concedido el Gobierno ecuatoriano en la Embajada en Londres, el señor Assange se ha lanzado abiertamente a intervenir en la campaña presidencial de Estados Unidos mediante su organización conocida como WikiLeaks. Esta ha publicado muchos correos electrónicos que supuestamente afectan a la candidata demócrata, señora Clinton, en beneficio del candidato republicano, señor Trump. Dejando aparte lo irónico que resulta que el protegido del gobierno llamado revolucionario favorezca al candidato ultraconservador, que amenaza con expulsar del suelo norteamericano a los inmigrantes latinos, principalmente, y colocar un muro en la frontera con México, el Ecuador no tiene por qué intervenir en los asuntos internos, electorales, en Estados Unidos. Al no desautorizar al señor Assange, el Gobierno ecuatoriano está solidarizándose con la abierta participación de este en el proceso electoral norteamericano. Assange se arriesga a sus actos de piratería electrónica porque se siente seguro en el local de la Embajada, a la que ha convertido en su guarida para perpetrar impunemente sus delitos. Lo que no ha calculado Assange es que al abusar del asilo que le ha sido concedido, él ha renunciado al mismo, y un nuevo gobierno no tendrá razón de tolerarlo y podrá cancelar este asilo que, además, no le ha sido reconocido por el Gobierno británico, y, por eso, no le ha concedido salvoconducto para que pueda salir del Reino Unido. Nuestro importado novel canciller parece no haber comprendido el mensaje diplomático que le pasó el Gobierno británico cuando, hace poco, decidió visitar al señor Assange en Londres. Según las informaciones públicas, no desmentidas por él, luego de que ingresara a Gran Bretaña con pasaporte británico y no el pasaporte del Gobierno que representaba, el ecuatoriano, no fue recibido por su par, el secretario de Estado, y se rechazó, secamente, su propuesta de cooperación entre los dos Estados. Esta diplomacia de travesuras nos ha ocasionado solamente perjuicios, ningún beneficio; igual cosa ocurrió en la aventura iniciada por el propio Assange para que el Gobierno ecuatoriano proteja a otro espía, el señor Snowden; felizmente, esta nueva travesura abortó cuando el presidente Correa recibió el firme reclamo del vicepresidente de Estados Unidos.

El Gobierno ha actuado en estos y otros casos por afán de figuración internacional, no por principios; ha actuado por simpatías ideológicas, no por principios. Recientemente, devolvió a sus verdugos a los pobres cubanos que buscaban la libertad de la que no gozan en su país. No me extrañaría que, en cambio, el Gobierno conceda asilo a sus coidearios que han perdido el poder y están enjuiciados en sus países. Ya les quedan pocos sitios a donde ir. Hoy por ti, mañana por mí. (O)