Héctor, guayaquileño, maestro pintor de 40 años, supo recién la semana pasada que se había ganado el premio mayor del Pozo Millonario, del sorteo del 1 de mayo de 2016. Llevó cartones de distintas fechas al local de Lotería Nacional en un centro comercial del norte de Guayaquil. Le enseñaron cómo ingresar los números en una computadora y verificó si tenía premio. Ganó $ 1’865.685.

Héctor cita que estaba abrumado por no tener dinero para los suyos, por no haber recibido la paga por unas manos de pintura y, en consecuencia, por tener que decirle “esperen que no hay plata” a los muchachos que trabajan con él. Iba en un bus pensando qué hacer, preocupado, y al ver el centro comercial decidió bajarse para verificar sus boletos.

Su semblante cambió, obviamente, al descubrirse ganador de un millonario premio, al ser portador de una tabla con 14 aciertos.

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Cuenta que dijo “gracias, Diosito” uniendo las palmas de las manos y mirando al cielo. Entonces era felicitado por personal de la Lotería que le remarcaba que es afortunado.

Héctor volvió a casa para contarle la buena nueva a su conviviente. “Ya no vamos a vivir lo que hemos pasado”, dice Héctor, evocando la reflexión de su cónyuge. Por seguridad, él se reserva su apellido y la identidad de los suyos. También su sitio de residencia.

Héctor asegura que ya no buscará que los propietarios de casa le paguen lo adeudado, unos $ 500, por pintar sus inmuebles, pero sí cancelar, con el dinero ganado, el rubro que esperan sus muchachos, sus colaboradores. Prevé también cubrir la asistencia médica que requiere su mamá, y aún no habla de cambiarse de casa, o de comprarse algún bien. Quiere pensar en el futuro con detenimiento, junto a su mujer. (I)