A principios del siglo XX el cine daba todavía pasos vacilantes. En Ecuador, en 1908 surgió la Empresa Casajuana, que motivaba a músicos nacionales a acompañar el cine sin sonido. En 1910, en Guayaquil surgió la productora Ambos Mundos y en Quito en 1914 la Compañía de Cines de Quito.

En la década del 20 se acentuó el interés por el cine, pero nunca se había visto nada filmado en el oriente ecuatoriano, por eso el estreno de la película “Los invencibles shuaras del alto Amazonas”, realizada por el misionero italiano Carlo Crespi, fue un acontecimiento, atrajo la atención de mucha gente, lo que obligó a programar una nueva función al día siguiente, destinando el dinero que se recaudara por las entradas al hospital que se construiría en plena selva y para el cual Mussolini obsequió 12 camas y 60 quintales de medicinas. El padre Crespi, después de trabajar en el Oriente, se radicó en Cuenca, donde fue un gran promotor de la cultura.

 

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La exhibición cinematográfica de nuestras selvas orientales
electriza el sentimiento patriótico de Quito

El teatro Sucre fue insuficiente para recibir la numerosa concurrencia

Quito, enero 21.- ( de Hernán de Lis ) Como una expresión de elocuente sentimiento de patriotismo que domina a los ecuatorianos de la capital de la República, la concurrencia a la exhibición de la primera película rodada en la región oriental, sobrepasó los límites del cálculo y esperanzas, habiéndose suspendido la venta de boletos de entrada general, porque ya no había espacio en el Teatro Sucre. Distinguidas y hermosas damas y señoras en palcos; el señor Presidente Provisional de la República y sus Ministros, diplomáticos , militares, profesores, periodistas y el pueblo en general esperaban delirantes de entusiasmo y cuando la banda del ejército llenó el espacio con las primeras notas del Himno Nacional, los hombres y las mujeres puestos de pie, lo escucharon con reverencia.

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En seguida el padre Crespi ofreció la película con un sencillo discurso de frases y pensamientos sentidos y vividos, manifestando la necesidad de conservar y civilizar la raza de jivaros que es un poderoso auxiliar para el progreso por su resistencia férrea, su clarísima inteligencia y su espíritu hospitalario. La película presenta fragmentos de ese paraíso maravilloso, con sus aves de multicolor plumaje, animales variadísimos y exquisitos frutos; cascadas imponente, paisajes sugestivos, ríos majestuosos y usos y costumbres de los jivaros entre los cuales, los jefes o curacas son los verdaderos reyes de la selva; y a pesar de que el lente no muestra el horizonte, los fragmentos son suficientes para dar claros conceptos de las riquezas que encierra esa hasta hoy olvidada región de bellezas incomparables.