Tres décadas después de la revuelta popular que derrocó a Ferdinand Marcos, un hijo suyo del mismo nombre aspira a la vicepresidencia de las Filipinas y tiene buenas posibilidades de conseguirla.

Encuestas indican que está segundo entre seis candidatos en la intención de voto. De lograrla, quedaría a un paso de la presidencia que su padre perdió al ser depuesto en un golpe apoyado por los militares en febrero de 1986, en medio de denuncias de corrupción y violaciones a los derechos humanos.

Hace exactamente 30 años, el 25 de febrero de 1986, Marcos padre, su esposa Imelda y su familia huyeron del país, después de cuatro días de protestas masivas en las que gente ordinaria y monjas con sus rosarios en mano se plantaron frente a los tanques y manifestantes colocaron flores amarillas en los rifles de los soldados del gobierno.

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En una ceremonia conmemorativa del golpe a la que asistió el presidente Benigno Aquino III, manifestantes hicieron una representación de la histórica revuelta.

Reacciones de oposición

Aquino condenó los abusos del gobierno de Marcos, incluido el asesinato en 1983 de su padre, el líder opositor Benigno Aquino Jr. Y criticó al hijo de Marcos por negarse a admitir las tropelías de su familia.

"Si ni siquiera se da cuenta de los errores que cometió su familia, ¿cómo podemos esperar que no los repita?", preguntó Aquino.

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Marcos hijo no habló de la revuelta durante una presentación el lunes en un barrio pobre en las afueras de Manila donde viven muchos simpatizantes de su padre.

En cambio habló de lo que ha sufrido la gente desde la partida de su padre por la persistente pobreza y la corrupción, como así también por una insurgencia islámica en el sur del país. No mencionó por su nombre a Aquino, miembro de una familia política que tiene una vieja rivalidad con los Marcos, la cual ha dominado la escena política filipina por décadas.

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"Nuestros líderes en lugar de apoyarnos y ayudarnos, generaron disputas y nos dividieron", dijo Marcos a algunos cientos de personas, muchas de las cuales corearon su apodo, Bongbong, y lucieron el color rojo asociado con su familia.

"Lucho por crear un movimiento que pueda unir al pueblo filipino", agregó.

Marcos hijo, de 58 años, parece tener bastante arrastre entre los jóvenes que no presenciaron los abusos que hubo entre 1972 y 1981, durante la presidencia de su padre, ni la revuelta popular que lo derrocó.

En las Filipinas se vota separadamente por presidente y vicepresidente y a menudo resultan elegidos candidatos de distintas facciones. La votación es el 9 de mayo.

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La era de Ferdinand e Imelda

La familia Marcos vivió exiliada en Hawai varios años y el exdictador falleció allí en 1989.

Imelda Marcos regresó a las Filipinas en 1991 y llevó los restos de su marido.

Imelda, quien hoy tiene 86 años, fue a misa en una iglesia católica del barrio suburbano de Baclaran en silla de ruedas el miércoles, aparentemente sin saber que allí había una actividad de víctimas de la dictadura de su marido. Ha enfrentado unas 900 demandas civiles y penales, pero nunca estuvo presa. Muchos de los casos fueron desestimados por falta de evidencia y unas pocas convicciones fueron anuladas por juzgados de apelación.

Imelda Marcos se postuló dos veces a la presidencia, sin éxito, pero fue elegida para la Cámara de Representantes, en la que se postula para un tercer y último mandato en los comicios del 9 de mayo. Una hija suya es candidata a gobernadora de Ilocos Norte, donde no tiene rivales. (I)